10 bares notables que todavía no conociste (pero deberías)

Alternativos, literarios o deportivos… son 92 los bares que llevan la mención de “bar notable” en la Capital Federal argentina. El denominador común es que todos son los “más representativos de Buenos Aires” y varios de ellos han sido reconocidos como patrimonio cultural de la ciudad por su continuidad en el tiempo, su arquitectura, su relación con la historia de la ciudad y también por haber contribuido a sus logros culturales.

Acá los llevamos a recorrer diez de estos bares, un poco alejados de los circuitos más turísticos. Ideal para descubrir Buenos Aires de otra manera. ¿Vamos?

Bar Oviedo – Mataderos

El Bar Oviedo funciona desde 1900 en el barrio de Mataderos. Durante mucho tiempo fue punto de encuentro entre la ciudad y el campo por estar situado donde llegaban los animales con destino a los mataderos (de allí el nombre del barrio). El bar, todo recubierto en madera, es una referencia hasta el día de hoy. Un billar acompaña las mesas de madera y las de metal que se dispersan en el salón principal donde todavía se ven hombres vestidos “a lo gaucho” con bombachas de campo, alpargatas y boina. El estilo rural del barrio perdura en el Bar Oviedo. Una buena opción para los domingos de visita a la famosa Feria de Mataderos.

Café de la U – Villa Urquiza

Ubicada en la magnífica esquina de la Avenida Triunvirato y Franklin Roosevelt, el Café U funciona desde el 15 de diciembre de 1986 y rinde homenaje, por su nombre, al barrio de Villa Urquiza. Presenta diferentes opciones gastronómicas muy interesantes, como por ejemplo sus variedad de sándwiches o el famoso crêpe de espinacas con champiñones y queso con salsa rosa y el mega clásico flan casero con dulce de leche.

Café Don Juan – Villa Santa Rita

Don Juan es un típico café de barrio, construido en 1920 en la esquina de Camarones y Condarco. Ocupa la planta baja de un edificio de dos plantas. La decoración está compuesta de materiales nobles (sillas vienesas, ventanas de madera, etc.) y la propuesta gastronómica resulta también muy interesante: un servicio atento y agradable, deliciosos sándwiches caseros y medialunas suculentas.

Otra de las cosas que hace que sea legendario, es la cantidad de películas que se rodaron en su salón, por ejemplo «El verso» de Sami Shaw, «Assassination Tango» de Robert Duvall, «Ilusiones», «¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?» y «Rosas, rojas, rosas». Ya lo saben: Don Juan es el lugar de referencia del barrio de Villa Santa Rita.

Café Margot – Boedo

En el barrio de Boedo, cerca de otro bar notable (Esquina Homero Manzi), se encuentra una casa tradicional construida a principios del siglo XX por el genovés Lorenzo Berisso. En la planta baja funciona el mítico Café Margot. Anécdota: nos situamos en los años 1950, el presidente Don Juan Domingo Perón circula por la Avenida Independencia, de pronto, le ordena a su chofer de volver en dirección a Boedo para llegar hasta la esquina de Avenida Boedo y San Ignacio. Ante el asombro generalizado, el General desciende de su automóvil y entra al Café Margot. Quería probar sí o sí el sándwich de pavita en escabeche del que tanto le habían hablado.

Luego de haber visto pasar a distintas personalidades muy conocidas, el Café Margot fue distinguido por la Asamblea de Estudios Históricos de Boedo como uno de los lugares históricos del barrio. Un diploma de la Secretaría de Educación (GCBA) agradece incluso al Café Margot por su participación en el Programa “Buenos Aires lee”, mientras que el Museo de la Ciudad lo declaró “Testimonio vivo de la memoria ciudadana”. Nada más y nada menos, señores…

Café Olimpo – Monte Castro

Este establecimiento se creó en 1950 y su nombre se debe al equipo de fútbol que jugaba justo en frente. Se pueden observar varias piezas de colección como repuestos de automóviles, volantes, luces, insignias, carburadores, y objetos antiguos como fotos de Carlos Gardel en la playa y otras sorpresas que podrán descubrir como las patas de una vieja máquina de coser Naumann o el primer “televisor del barrio”.

Además de estas reliquias, los habitués del Café Olimpo (entre los que están Goyeneche, Alejandro Doria y los actores Luis Brandoni, Julio De Grazia, Betiana Blum y Enrique Pinti entre otros) también elogian su faceta como snack-bar. El “Olimpo” es una excelente opción para los grandes amantes de los cafés históricos de Buenos Aires, sin tener que salir de la zona oeste de la ciudad.

El Buzón – Nueva Pompeya

Una esquina que conserva su construcción original y donde funcionó, hasta el 1927, el Colegio Luppi antes de que el director de aquella época Eduardo Colombo Leoni se hiciera propietario del mismo. Este colegio del barrio de Nueva Pompeya tuvo en sus aulas como alumno al célebre compositor Homero Manzi, entre 1920 y 1923. La leyenda dice que se inspiró en aquel lugar para escribir sus tangos más conocidos “Manoblanca” (1939), el “Barrio de tango” (1942) y «El Sur» (1948). Homero Manzi también era hincha del CA Huracán, un club fundado en este mismo café El Buzón.

El Faro – Parque Chas

En la esquina de La Pampa y Avenida de los Constituyentes, en el cruce de los cuatro barrios: Parque Chas, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón y Agronomia, El Faro nace en 1931. Mantuvo de manera intacta el espíritu del café auténtico de los años 1930. Sus paredes cuentan la historia de Buenos Aires donde se exponen fotos de Carlos Gardel, Enrique Santos Discépolo, Amadeo Carrizo, Rattín, Niní Marshall, Alberto Olmedo, Minguito o Sandro. También se puede ver una foto de Rubén Juárez tocando el acordeón en el bar cantando con algunos clientes bastante sorprendidos.

Actualmente, para los fanáticos del tango, los viernes, El Faro recibe a músicos y cantantes de tango con motivo de su programa “El tango vuelve al Barrio” y el sábado es sede de las noches de peñas de folklore. Un clásico infaltable para todos los tangueros.

La Farmacia – Flores

En la esquina de la Avenida Directorio y la Avenida Rivera Indarte, a cuatro cuadras de la Plaza Flores, se encontraba la farmacia Santa Elena. Inaugurada en 1910, Leopoldo López fue el gerente de la misma entre 1936 y 1953. Luego fue Don Mauricio Giwnewer el que continuó con la gerencia hasta su cierre definitivo. Pero Lucas Vidal, nieto de Don Mauricio quiso darle una nueva oportunidad al local a principios del año 2000. Con entusiasmo, trabajó junto a su padre, el arquitecto Fernando Vidal, con el objetivo en mente. Gracias a toda la familia, se creó el Café La Farmacia.

En este edificio característico de dos pisos que data del siglo XX se luce un gran salón muy agradable con vista a dos avenidas. Con sus vitrinas de madera y los estantes de la época de la farmacia, la atmósfera allí es muy cálida y atípica. Desde el punto de vista culinario, las especialidades de la casa son variadas: la tradicional e infaltable picada, los crêpes salados o la fondue de queso o de chocolate. Todos los mediodías podrán disfrutar de las sugerencias del chef como pollo salteado con verduras y almendras y el pollo a la parrilla entre otros. Así quién no quiere visitar una farmacia…

Los Laureles – Barracas

Este bar llamó poderosamente nuestra atención. No sólo porque Alfredo Palacios era habitué de allí sino porque es uno de los más antiguos de la ciudad ¡fundado en 1890!

Podemos ver en todo momento, el cartel en homenaje a sus fundadores españoles “Café-Bar-Billares de Hidalgo, González y Santamariña”. También por su cercanía con el club Deportivo Barracas, algunos boxeadores muy conocidos fueron clientes de Los Laureles. Entre ellos: José María Gatica (aquí también se filmaron escenas de la película Gatica, de Leonardo Favio), Tito Sáenz, los hermanos Carlos y Osvaldo Cañete y el fabuloso Oscar «Ringo» Bonavena.

Todos los viernes a la noche, los vecinos habitués del barrio de Barracas se acercan hasta Los Laureles para tocar la guitarra y cantar algún que otro tango en compañía de Roberto Flores, Elba del Valle, Roberto Quiroga, Sergio Veloso, Raymond Vergara y Omar Casas, siempre acercándose a su gente y siempre tan aplaudidos en las formidables noches que los tienen de protagonistas.

Foto:  José María Pérez Núñez

Versión de Agustina Pasqualini
Traductora pública de francés, apasionada por el idioma y la comida de todo el mundo. En parte bretona y porteña a la hora de salir elijo descubrir los lugares con ese "no sé qué" indescriptible.
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