¿Qué hacés acá? 🇦🇷

Por Fabien Palem

¿Qué hacés acá, vos, revista de papel, que tenés el descaro de existir? A pesar de las redes sociales, de las vicisitudes de la actualidad argentina y de los costos prohibitivos de las gráficas. Después de meses de trabajo, de contactos, de indecisiones. Acá estás, finalmente, entre nosotros. Vos, publicación bilingüe y multicultural, distribuida gratuitamente en decenas de lugares frecuentados por personas ávidas de cultura, arte, gastronomía, encuentros, viajes… Tus lectores son francófonos, pero no solamente. Porque te dirigís a todos los porteños. Sos testigo de un mestizaje cultural que ocurre de día y de noche, en una ciudad que nunca duerme. Sos el fruto de idas y venidas incesantes. Te vamos a leer. Te vamos a leer en los cafés, en las filas de los museos, en un hall de un aeropuerto o al lado de la pileta de un hotel boutique. Vos, La Revue, estrenás tu primer número. Yo, tu primer lector, te siento impaciente. Lo veo claramente, ya estás pensando en el siguiente, listo para salir del horno.

«¿Qué hacés acá?» Todos los protagonistas de nuestra revista, así como nuestros colaboradores, tuvieron que responder alguna vez a esta interpelación que no es una intimación (al final, lo entendimos). Intrusiva, esta pregunta debe ser la manera más porteña de dar la bienvenida.

«¿Qué hacés acá?» ¿Qué hacés acá, Karina Gao, influencer gastronómica, graduada de HEC Paris, a punto de inaugurar su restaurante en Belgrano? ¿Marilú Marini, qué hacés acá, en un teatro del centro de Buenos Aires, vos que conquistaste la escena europea hace medio siglo? ¿Y Pierre Rimbaud, qué hacés acá, desafiando la economía argentina con tu pastelería vegana? ¿Qué hacen acá, Gardel y Cortázar, francés de Argentina y argentino de Francia, confundiendo las fronteras entre estos dos países? ¿Qué haces acá, Gary, amigo inglés que nos hace viajar a través de imágenes? ¿Qué hacen acá, amigos de Argelia, Brasil, China, Colombia, Paraguay y otros lugares, invitados a esta fiesta francófona y porteña?

«¿Qué hacés acá?» Las dos personas detrás de este proyecto ya no se lo preguntan. Héloïse Velay, catorce años de Buenos Aires, llegó por casualidad a este país, para asistir a la boda de su primo. Desde entonces, echó raíces entre los jacarandás de Palermo. Fundadora de Buenos Aires Connect, el sitio de información cultural y lifestyle asociado a este proyecto, está al frente de una agencia inmobiliaria que ayuda a los recién llegados a instalarse. Para Hélo, Buenos Aires es el paraíso de los estudiantes, de quienes buscan reinventarse, tomarse un respiro, enamorarse, bailar hasta altas horas de la noche (¡y sin importar la edad!), disfrutar del calor humano, trabajar a distancia…

La capital argentina es regularmente elegida como la mejor ciudad estudiantil de América Latina. Fue con el estatus de estudiante que aquel que se dirige a ustedes desembarcó por primera vez. Han pasado una docena de años desde aquellos días benditos, cuando este ex pasante del Trait-d’Union entregaba periódicos en el Lycée Français. El estudiante de Sciences Po Aix-en-Provence se convirtió en periodista (Le Figaro, The Good Life, La Dépêche, Usbek & Rica…) y padre de dos pequeños franco-porteños. El mayor, que comienza su primer año en Jean Mermoz, justo cuando La Revue está en imprenta, tal vez haya escondido la respuesta al fondo de su mochila escolar. Él sabrá lo que hacemos acá.

De Toulouse a Buenos Aires : la gran travesía de Carlos Gardel 🇦🇷

Gardel lo tenía todo para ser el hombre más feliz del mundo. El dinero, las mujeres, la fama e incluso el amor de su madre, el único verdadero, que contaba más que cualquier otro. Pero también llevaba en él una profunda tristeza. Una tristeza infinita e inexplicable. A pesar de esa sonrisa inclinada, cuyo ángulo trazaba una línea paralela con el borde de su sombrero. A pesar de la gomina y de los trajes ajustados. A pesar del cigarrillo en el pico, Gardel parecía ser un fracasado, incapaz de convertirse en lo que debería haber sido. ¿Quién? Nadie ha logrado nunca desentrañar el misterio. Lo cual no frenó a su servidor, que llevó a cabo la investigación, entre Toulouse y Buenos Aires.

Por Nicolas Zeisler

En el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, uno se topa con frecuencia con hombres solos, inmóviles frente a la estatua de Carlos Gardel, en la intersección de los pasillos 6 y 33. Hace mucho tiempo, se entregaron al rey del tango. Un deseo. Un sueño. Varios, incluso. Les llevó tiempo conseguir todas esas cosas que querían tanto. Estaban listos para esperar. Y luego, un buen día, esas cosas llegaron. Entonces están ahí. Pasan uno a uno, agradecidos, porque Gardel les permitió convertirse en alguien. La estatua los envuelve con su hermosa mirada melancólica. Durante largos minutos, miran fijamente a Gardel a los ojos. Una tormenta de tangos resuena en sus cabezas. Le hablan sin esperar respuesta. Algunos se quedan en silencio. Luego de un salto suben al pedestal para encender un puchito entre sus dedos inmóviles.

A más de 10 000 kilómetros de la capital argentina, el mismo ceremonial podría repetirse en el Boulevard Lacrosse, en el barrio Compans-Caffarelli, Toulouse. Una estatua de bronce parece invitar a los transeúntes a bailar con ella. En su mano extendida, un espacio entre los dedos para deslizar un último cigarrillo. La estatua fue inaugurada el 30 de junio de 2018 mientras Kylian Mbappé ponía a prueba la dignidad de Nicolás Otamendi y la amistad franco-argentina, en los octavos de final de la Copa Mundial de Rusia. Obra del escultor Sébastien Langloÿs, la estatua fue inaugurada con gran pompa por el alcalde de Toulouse antes de dar paso a un mini concierto. De tango, por supuesto. Solange Bazely, creadora de un recorrido guiado Carlos Gardel por las calles de Toulouse, estuvo presente e incluso entonó algunas canciones: «La estatua vive. Gardel está integrado en todo lo que sucede en la ciudad. Tenía la nariz roja, le pusieron un tapabocas durante el Covid, los niños preguntan si el señor está vivo, está presente en las filas de los manifestantes…»

La casa natal de un tal Charles Romuald Gardes está a pocos pasos de allí, en la calle du Canon d’Arcole 4. Un mural de Gardel preside el patio. Por el momento, ya no se puede visitar su primera morada, pero el artista dejó otras huellas en la Ciudad Rosa: «Un medallón en el Jardín Japonés, una placa en el hospital de La Grave, una pintura de Raymond Moretti bajo los arcos de la Place du Capitole», enumera Solange Bazely. En veintinueve cuadros, Moretti retrata los grandes momentos de la historia de Toulouse y de los Toulousains. Gardel ocupa un lugar destacado. «Sobre la joyería, entre Jean Jaurès y la aviación», precisa Solange Bazely. Cósmico, cuando se sabe que el hombre murió en un accidente de avión, que nació cuando Jaurès pertenecía al consejo municipal de Toulouse y que se compró su casa en la actual calle Jean-Jaurès, en Buenos Aires.

El futuro Carlos Gardel habría nacido en Toulouse, en 1890, de una madre soltera, la joven planchadora Berthe Gardes. «Nació en el hospital de La Grave. Era una mujer muy valiente. El padre había desaparecido. Se fue con el bebé cuando en aquella época muchas mujeres solteras abandonaban a sus hijos», dice el historiador Georges Galopa, que dedicó tiempo a investigar en los archivos del hospital. Luego habría cruzado el Atlántico para escapar de la vergüenza de ese nacimiento fuera del matrimonio. En Buenos Aires, la madre valiente, doña Berta, se habría esforzado por ofrecer una educación digna al pequeño Carlos, quien le estaría eternamente agradecido. Más argentino que esta historia, ¡imposible!

Del otro lado del estuario del Río de la Plata, unos investigadores uruguayos proponen una tesis más escabrosa. Sería el hijo natural del sanguinario coronel Carlos Escayola. ¿La madre? ¡La hermana menor -¡quince años!- de las dos primeras mujeres, la mayor fallecida habiendo sido reemplazada por la hermana menor de este militar de virtud más que dudosa! A la hora del nacimiento del niño, en 1885, Escayola lo habría confiado a una prostituta francesa, la famosa Berthe, con la orden de desaparecer en Buenos Aires. Durante toda su vida, Gardel se habría esforzado por confundir las pistas. ¡Hijo de puta, qué tarjeta de presentación!

Georges Galopa y algunos colegas de ambos lados del Atlántico se sumergieron durante años en los archivos franceses y argentinos para aclarar esta historia. Y responder a la siguiente pregunta: ¿por qué diablos Carlos Gardel se presentó en el consulado uruguayo de Buenos Aires, en 1924, para afirmar ante testigos que había nacido en Uruguay? «Esta gestión le permitió obtener un certificado de nacionalidad válido por un año. Lo utilizó para naturalizarse argentino», aclara Galopa. ¿Y por qué usó su nombre artístico, Carlos Gardel, en lugar de su nombre de nacimiento? Respuesta: por causa de la Primera Guerra Mundial. «Cuando estalla la guerra, se envían telegramas al consulado de Buenos Aires para reclutar soldados: Francia obliga a los franceses que viven en el extranjero y a sus hijos a venir a pelear», recuerda nuestro especialista. Al igual que muchos compatriotas, Gardel no respondió a la orden de movilización general. Estos «insubordinados» corrían un gran riesgo. En Francia, la opinión pública los acusa de ser traidores. Aquellos que tienen la desgracia de ser atrapados por la patrulla son enviados directamente a la cárcel por los tribunales militares. «Mientras permaneciera en territorio argentino, todo saldría bien, pero si ponía un pie en Francia, corría el riesgo de ser perseguido. Se entiende que haya tomado la nacionalidad argentina y adoptado un nombre artístico: Carlos Gardel», resume Georges Galopa.

Gardel obtiene la nacionalidad argentina en 1923. Al año siguiente, realiza su primer viaje a Francia. Después de actuar en Barcelona, se dirige a Toulouse en tren para visitar a su familia y ver su casa natal. Regresará en varias ocasiones, según se lo permitían sus exitosas giras entre París y la Costa Azul o sus actividades cinematográficas. Gardel hablaba francés. En 1931, responde a una entrevista en la lengua de Molière, suscitando la admiración del periodista que destaca su bello acento argentino. Ese mismo año, interpreta dos tangos en francés en el escenario del Palace: Bijou y Déjà. «Tal vez su mamá le hablaba francés. En cualquier caso, vivía con familias francesas en el primer conventillo donde estuvieron. En aquel entonces, era posible hablar francés en Buenos Aires», señala nuestro historiador.

En 1934, Carlos Gardel vuelve a Toulouse. Conoce a una prima de su madre, Marissou, a la que apoda La formidable, una tía, gerente de una tienda de paraguas, y a su hijo, al que se le llama Rey de la pesca por el del tango, quien a su vez frecuenta el club de pescadores de Buenos Aires. «Gardel nunca renegó de su familia francesa. Cuando les escribe, es muy cariñoso», añade Georges Galopa. ¿Hasta considerar volver al hogar? «Quería comprar una casa en Niza para instalarse con su madre. Le había escrito que, a partir de entonces, no la abandonaría más y que estaría cerca de ella.» Dicen que siempre se vuelve al primer amor pero Carlos Gardel no pudo. Su avión se estrelló el 24 de junio de 1935 en la región de Medellín, Colombia. La víspera de su desaparición, había cantado su último tango, Adiós Muchachos. Eso se llamar cuidar su despedida. Desde entonces, ningún cantante acepta interpretar este tango maldito, en señal de duelo o por temor a atraer la desgracia.

Otra hipótesis: Gardel habría querido confundir las pistas, debido a un pasado poco brillante. El hombre no era un santo. Su historial delictivo indica que a los 25 años fue condenado por una estafa llamada El cuento del tío. Hacía creer a sus víctimas que iba a heredar de un tío adinerado que vivía lejos de Buenos Aires. Les sacaba dinero para pagar el viaje o honorarios de abogados. Los estafados nunca volvían a ver su dinero ni a Gardel.

¿De tal palo tal astilla? «Tenemos todas las razones para pensar que su padre era un tal Paul Lasserre. Después de hacer el servicio militar en Toulouse, regresó a París. Formaba parte de un grupo de delincuentes, la banda de Ternes, y fue condenado a cuatro años de prisión por robo», explica Georges Galopa. Cuando Berthe se fue a Buenos Aires, él estaba tras las rejas. Después de cumplir su condena, el hombre se dedicó a los negocios. No cualquier negocio. «Hizo fortuna en Libourne y luego en Toulouse abriendo y gestionando casas de prostitución.» ¡Un padre proxeneta para aquel que cantó los bajos fondos de Buenos Aires, sus putas y sus maleantes! La sangre no miente.

La gran travesía de Carlos Gardel está llegando a su fin y recuerdo a Jorge Luis Borges, quien no tenía en alta estima al cantante. El gran escritor nacional consideraba, sin embargo, que el tango permitía a cada uno recrearse un pasado heroico. Una especie de truco que permite hacerte morir en un duelo a cuchillo, en un callejón oscuro del barrio de Palermo. Esta suerte casi le tocó al joven Gardel, que vio perforado su pulmón izquierdo por una bala de pistola durante una pelea entre gamberros y niños bien. Conservó una cicatriz y unos gramos de plomo bajo la piel. Volvió a la canción con más ardor. No hay que perder el tiempo cuando la Parca está tras de vos.

El sueño argentino de Karina Ga 🇦🇷

Por Fabien Palem

Cronista e influencer culinaria, Karina Gao (39 años) nos recibió en la cocina de su hogar familiar, en el barrio de Balvanera, donde comparte su vida diaria con su esposo francés, Dominique, y sus tres hijos: Benjamín, Simón y Teo. China de nacimiento, argentina de corazón y francesa por matrimonio, Karina nos revela la receta de su éxito. Seguida por más de 820 000 seguidores en Instagram, co-conduce el programa Qué Mañana! en vivo por Canal 9, de lunes a viernes, de 10 a 12 horas. A principios de 2021, Karina, embarazada, sobrevivió al Covid-19, después de graves complicaciones, que llevaron a los médicos a inducirle un coma artificial. «La mitad del país rezó por mí», recuerda, agradecida, esta ciudadana del mundo, con un acento bien porteño.

¿Cómo se comunican entre sí las redes sociales y la pantalla chica?

Comencé en Canal 13, luego pasé por Telefe y después por la TV Pública. La televisión es muy diferente a lo que hago originalmente. La audiencia no tiene la misma edad. Esta experiencia me ha aportado mucho. ¡Sirve para la construcción de mi imagen! Cuando camino por la calle, a veces me encuentro con jóvenes que me siguen en Instagram. Me detienen para decirme que sus abuelas me ven en la televisión…

¿Hubo algún día en el que pensaste: «me dedicaré a la cocina»?

No, realmente no tuve un momento de revelación. Siempre me ha llamado la cocina. Cuando regresé de HEC Paris, quería abrir un restaurante chino. Era en 2009. Nadie quería alquilarme un local. Con mi esposo, terminamos abriendo una ferretería. Finalmente, años después, hoy puedo anunciar que este proyecto está a punto de ver la luz. ¡El restaurante Gao está a punto de salir del horno!

¿Tenés una fecha para compartirnos?

Deberíamos abrir en mayo. El local está ubicado en el Bajo Belgrano, en la esquina de las calles Cazadores y Sucres.

¿Cómo entraste al mundo de las redes sociales?

En 2006, cuando vivía en París, todos estaban obsesionados con Facebook. Acá, eso aún no existía. Cuando regresé a Buenos Aires, ya tenía tres años de práctica y un alto nivel de fanatismo. Así que primero fui consumidora y luego me convertí en creadora de contenidos. Abrí una primera cuenta, que se llamaba Palitos de bambú. Compartía recetas chinas, pero sin mucho éxito.

Hasta que…

Hasta el verano de 2016. Con una amiga, fuimos a reunirnos con especialistas del Marketplace. Nuestra idea inicial era vender artículos para bebés. Nos explicaron que si queríamos vender algo a las mamás, teníamos que convertirnos en las reinas de las mamás. Mi amiga ya tenía un blog de cultura. Ella continuó y se convirtió en Buenos Aires para chicos (casi 500.000 seguidores en Ig). Yo creé Mon petit glouton, una cuenta especializada en recetas para bebés. Mis hijos empezaban a comer. Mi amiga me había dicho que no pusiera ese nombre, impronunciable para los argentinos. Tenía algo de razón y hoy, cuando hablo con estudiantes de marketing, menciono mi caso como un ejemplo a no seguir.

Y sin embargo, es un negocio que funciona… ¿Cuál es tu relación con los seguidores?

Llevo ocho años con este perfil. Mis seguidores me conocen de memoria. Yo los llamo mis «amichis». Para establecer una relación a largo plazo, hay que ser uno mismo. ¡Imposible mentir! Vas a contar la misma historia mil veces, ¡todas las versiones tienen que coincidir!

En cambio, la televisión es un espectáculo…

Hay muchos mitos alrededor de la televisión, como si aquellos que aparecen en ella fueran dioses del Olimpo. Ya no es así. Hoy en día, son personas normales, trabajadoras. Lo que cambia, sin embargo, es el ritmo del habla. Esto me ayudó mucho a mejorar mi dicción. En las redes sociales, hago una receta en un minuto, sin respirar. Todo es tan efímero. Si pudiera hacerlo en 20 segundos, sería aún mejor. En televisión, me dan 20 o 25 minutos. Una vez hice una receta de estofado en vivo durante 45 minutos. ¡Mi récord! La edad promedio de los espectadores de Canal 9 es de 60 años. Hay que saber adaptarse. A veces me piden por el auricular que hable más despacio.

¿Ves la televisión en Francia? Muchos dicen que es más aburrida que en Argentina…

No veo la televisión. Acá probablemente esté más orientada al espectáculo. Hay que decir que el nivel de joda en Argentina es un diez.

¿Con qué tipo de gastronomía te sentís más cómoda?

Mi nicho es la cocina familiar. Antes hacía muchas recetas francesas. Me parecía aspiracional. Poco a poco, me acerqué a la cocina argentina, que me parece más accesible. Hoy en día, hacer una quiche lorraine en Argentina es una locura. Es un plato popular pero acá cuesta un huevo.

¿Tu marido también se mete en la cocina?

Antes sí, cocinaba. Pero la cocina se volvió un terreno hostil para él. Ya no sabe dónde están los ingredientes. Yo tengo más facilidades en este ámbito. Él se encarga de enseñar francés a los niños.

¿Cuál es tu relación con Francia y el francés?

El francés está muy presente en casa. Hablo francés con mi esposo y él habla francés con nuestros hijos. Tratamos de ir a Francia tan seguido como sea posible. Aunque ahora, siendo cinco, es más difícil.

¿Qué recuerdo tenés de tu vida parisina?

Pasé tres años allí, de 2006 a 2009, por mis estudios en HEC. Todo me pareció muy frío y gris. El clima, la ciudad, la gente… Estaba en un contexto estudiantil, así que estaba bien. Pero no tiene nada que ver con la buena onda de acá. La realidad es que muchos se creen superiores porque son parte de la mejor escuela de comercio del país. Como extranjera, no fue fácil integrarme.

Podrías haberte quedado…

Sí, había oportunidades. Es un título que abre muchas puertas. Durante la pandemia, la idea nos cruzó la mente. Pero somos felices acá. El estilo de vida argentino es impagable. Trabajo un poco todo el tiempo pero no siento que esté viviendo para trabajar. Me di cuenta de que amaba Argentina cuando me alejé de ella. La Boca, Barracas, San Telmo, Palermo, Constitución, Balvanera, Recoleta… He vivido en muchos lugares. Adoro Buenos Aires. Es una ciudad que crece constantemente y que vive.

Aún así, acá tampoco fue siempre fácil…

Sufrí mucho discriminación cuando era pequeña. Pero la vida te da la oportunidad de tomar revancha. Hace dos años, cuando tuve Covid y caí en coma, la mitad del país rezó por mí. No sé si eso sucede en otro lugar, ¡me emocionó mucho!

En las entrevistas, mencionás la decepción de tu padre al llegar a Ezeiza. Como economista, ¿te parece que instalarse acá sigue siendo una apuesta «loca»?

La decepción de mi padre se debió a que le habían vendido una situación similar a la de Australia, un país donde él había vivido anteriormente. Argentina no es Australia. Acá hay mucho por hacer. Pero quien se esfuerza puede tener éxito. Con mi familia empezamos desde cero. Funcionó y luego quebramos más de una vez. Pero mirá, soy china, nadie me conocía y de repente, todo el mundo me sigue para hacer recetas para sus hijos.

¿Dirías que has vivido una versión argentina del american dream ?

¡Re contra! ¡Mi vida es un sueño argentino, no hay duda! Cuando llegamos con mi familia, compartíamos la misma habitación y yo dormía en un armario. Ahora, soy cocinera en la televisión. ¡No hay evolución más concreta que esa!

¿Qué pensás del término argenchino?

No me siento argenchina porque soy china, argentina y también francesa. Son roles diferentes, que asumo por separado, al 100 %, según la situación.

Top 3 restaurantes en Buenos Aires:

  • La Carnicería, La Mar, Osaka

Top 3 lugares donde comprar para cocinar:

  • Ichiban, Los Prados, verdulería La Amistad

 

Top 3 recetas argentinas:

  • guiso de lentejas, empanadas y asado

Top 3 recetas francesas:

  • quiche lorraine, crème brûlée, confit de canard

L'astrologie et les portes de la perception 🇫🇷

Loin de l’imaginaire collectif, plein de boules de cristal et de séances de spiritisme dans des maisons abandonnées, une astrologue argentine nous raconte comment ce langage millénaire l’a aidée à trouver un peu de clarté au milieu de sa «nuit noire de l’âme». Son récit est une promenade spirituelle sur le chemin que beaucoup de Porteños prennent aujourd’hui comme une voie de découverte personnelle.Par Celeste Gómez FoschiÀ 59 ans, l’écrivain Aldous Huxley, bien décidé à accéder aux recoins les plus profonds de l’esprit et de l’univers, a pris une dose de mescaline. Il s’est assis et a attendu de voir ce qui se passerait. Peu après, tout autour de lui a commencé à se transformer. Une révélation, selon lui, de ce qui serait la véritable essence des choses. Un an plus tard, en 1954, il raconte toute son expérience dans un livre qu’il a appelé «Les portes de la perception», inspiré par la phrase du poète William Blake : «If the doors of perception were cleansed everything would appear to man as it is, infinite» (Si les portes de la perception étaient nettoyées, tout apparaîtrait à l’homme tel qu’il est, infini). La grande motivation de Huxley était de rendre visibles les liens qui relient notre esprit au cosmos ; et aussi de montrer comment ces expériences nous permettent de transcender la perception normale afin de nous plonger dans un royaume de perception élargie. Dans mon cas, l’astrologie a eu un effet similaire : c’est le moyen par lequel j’ai commencé un voyage intérieur à la recherche de ce sentiment d’unité et de connexion avec le monde. Parce que fondamentalement, l’astrologie, c’est cela… Vous croyez que je vais dire «un hallucinogène» ? Non : un langage symbolique chargé de lire et d’interpréter le ciel en mettant la Terre en dialogue avec le cosmos.J’ai commencé ma pratique astrologique en 2016. Ma quête était similaire à celle de Huxley : je souhaitais accéder à d’autres dimensions de l’existence, après deux transitions qui avaient marqué un tournant dans ma vie ; Uranus (le dieu du changement) et Pluton (le dieu de la transformation) aspectaient mon Soleil (symbole de l’identité et du moi). Deux ans auparavant, en 2014, j’ai fait ma première consultation astrologique et je me souviens encore, presque comme un cliché, de l’astrologue me disant qu’un «grand changement» lié à mon identité était proche ; de ne pas m’attacher autant à ce que je faisais à ce moment-là. À l’époque, je me consacrais principalement au journalisme et à la production audiovisuelle. Les choses marchaient bien et ma vie était assez stable. Je l’ai écouté attentivement, mais il m’était très difficile de comprendre à court terme ce qu’il me disait. Cependant, à la fin de cette année-là, le grand changement s’est effectivement produit. J’ai perdu mon travail et je me suis engagée dans un processus de changement qui m’a conduite à une grande crise personnelle. Souvent, le début d’un voyage spirituel est déclenché par une rupture ou une crise personnelle. Je n’étais pas l’exception. À cette époque, toutes mes croyances se sont effondrées et je me sentais perdue. J’avais cependant l’intuition qu’il y avait quelque chose de plus quelque part, mais je ne savais pas comment le trouver. Certains mystiques appellent ces moments la nuit noire de l’âme. Je ne pense pas être la seule à les avoir vécus, car ce sont, en fait, une expérience partagée par une grande partie de l’humanité. Souvent, c’est une réponse à l’expérience d’un monde qui nous semble de plus en plus étranger. C’est pourquoi, lorsque la nuit tombe, il n’y a pas d’autre option que d’explorer l’intérieur, c’est-à-dire de diriger le regard vers l’invisible de ce monde. C’est ce que j’ai fait. Ce n’était pas facile car j’ai été éduquée dans une démarche positiviste ; c’est-à-dire que la connaissance vient de l’observable, est objective et mesurable, donc vous pouvez imaginer à quel point il a été difficile pour moi d’associer cette conception et ce que je connaissais alors de l’astrologie. Aujourd’hui, avec du recul après avoir vécu ce changement et être devenue astrologue, je peux voir que c’est l’un de mes chemins ; être une médiatrice entre deux mondes : le rationnel et le sensible.Pourquoi je pense qu’il est nécessaire de cultiver aujourd’hui plus que jamais ce regard intérieur ? Je pense qu’il suffit de regarder autour de nous et de comprendre que nous sommes confrontés à de multiples crises au niveau individuel et collectif. Retrouver le regard intérieur et l’unité avec le rythme de la nature pourrait aujourd’hui être l’une des voies possibles pour obtenir une perspective plus large et plus profonde sur notre chemin individuel et collectif. De même, je crois que dans un monde en mutation, nous avons besoin de nouvelles façons de l’aborder. Tout comme le LSD a des composants spécifiques qui permettent à notre esprit d’accéder à une vision élargie et profonde ; l’astrologie utilise le symbole et le mythe, tous deux intimement liés. Les symboles ne sont pas simplement des créations arbitraires ; ce sont des portails, des points d’appui pour accéder à différents niveaux d’information et d’états de conscience que le langage ordinaire ne peut pas exprimer. Les mythes sont une expression des différentes façons de percevoir et de comprendre le monde que nous avons en tant qu’êtres humains. Nous pouvons donc dire que l’astrologie, en utilisant ces langages symboliques pour appréhender le monde, poursuit la connexion entre le visible et l’invisible ; entre le conscient et l’inconscient.Dans l’Antiquité – et on pourrait dire jusqu’à la Renaissance -, l’astrologie était un langage qui faisait partie de la vie quotidienne. La Modernité a privilégié d’autres types de savoirs. Elle a invalidé l’idée que le monde a un but et offre de multiples symboles susceptibles d’être interprétés ; ainsi, l’astrologie a été rejetée comme une source valable de connaissance, ce qui l’a reléguée dans des espaces ésotériques ; jusqu’à aujourd’hui, où elle a ressurgi, atteignant une popularité sans précédent grâce à Internet et aux réseaux sociaux. Tout comme le font les substances psychédéliques dans le domaine de la santé mentale (et je pense qu’il ne s’agit pas d’une coïncidence).Nous sommes des êtres rationnels, mais cela ne devrait pas nous définir de manière univoque. Nous sommes aussi des êtres émotionnels, sensitifs, éthiques, guidés par des recherches et des besoins que l’intellect ne peut souvent pas satisfaire. Il y a des mondes intérieurs et extérieurs qui nous sont inconnus. C’est pourquoi l’astrologie nous offre la possibilité de regarder à nouveau le ciel, comme le faisaient les anciens, depuis son mystère et sa complexité pour concilier le plus lointain avec le plus proche. Elle nous permet d’appréhender notre passé, notre présent et notre avenir comme une trame mystérieuse, mais pas moins vraie pour autant.

Cortázar transatlantique 🇫🇷

Un parcours à travers onze maisons de l’écrivain argentin, entre Buenos Aires et Paris.Par Santiago Hamelau#1 Rodríguez Peña 585, BanfieldLa première est blanche, avec des tuiles, de longues fenêtres, des volets et deux jardins. Des marches avec balustrade encadrent l’entrée principale. Julio, sa sœur Ofelia, et leurs parents y emménagent en 1918, quand il a quatre ans. Avant cela, la famille avait vécu à Barcelone et à Zurich. Et encore avant, Julio était né à Bruxelles, un 26 août 1914, alors que le kaiser s’apprêtait à envahir la Belgique. Sa mère racontera à son fils comment résonnaient les obus allemands pendant sa grossesse. Du périple européen, les enfants gardent le «r» à la française. La maison de Banfield est un décor gothique dans une ville de province. Les pièces regorgent d’objets étranges. Après deux ans d’installation, le père abandonne la famille. La mère doit travailler. Elle est polyglotte, mais ses opportunités professionnelles dans un monde machiste se limitent à des emplois administratifs. Dans une lettre à Graciela Maturo, Julio se décrit comme l’Adam d’un paradis tordu, brodé de tristesses, de soumissions et de bras cassés.#2 Artigas 3246, 3ème étage

C’est un ensemble de maisons de style anglais et de bâtiments de taille modeste. La famille déménage dans l’un des appartements lorsque Julio a 17 ans. À l’École normale Mariano Acosta, il obtient son diplôme d’instituteur. Trois ans plus tard, il obtient un diplôme de professeur de lettres. Pour subvenir aux besoins de sa famille, il enseigne dans des écoles secondaires, à Bolivar et à Chivilcoy, puis comme professeur à la récente Université nationale de Cuyo, à Mendoza. L’esprit snob de Julio est confronté à des visions conservatrices, à des commérages typiques des petites villes. La lecture et le jazz lui servent d’évasion. Sa solitude lui permet de faire son apprentissage dans sa bibliothèque, sautant d’un siècle à l’autre, d’un pays froid à un pays chaud. Finalement, il découvre quelques âmes complices avec qui discuter de littérature. Il fuit Chivilcoy lorsqu’on le qualifie de communiste et d’athée après avoir été le seul professeur à ne pas embrasser l’anneau de Monseigneur Annoncé Serafini. Paradoxalement, à Mendoza, après avoir aidé à prendre l’université contre le péronisme, il est emprisonné et accusé de fascisme.

#3 Lavalle 376, 12C

Il déménage au centre, à quelques pâtés de maisons du Luna Park, où il assiste à des combats de boxe. Il est près de la Galerie Güemes, qui apparaîtra dans «El otro cielo», et du café London City, où il s’assoit pour écrire, boire du café et qui figurera dans son roman «Les Premios». À Buenos Aires, les expériences se multiplient, l’impression de nouveauté se renouvelle quotidiennement, contrairement à Bolivar ou Chivilcoy, où rien ne semble changer. Julio envoie «Casa tomada» par l’intermédiaire d’une amie à la rédaction des «Anales de Buenos Aires», où Borges est secrétaire de rédaction. Il est immédiatement publié et illustré par Norah Borges. Plus tard, il figurera parmi les récits de «Bestiario», le premier livre, publié par Sudamericana et signé «Julio Cortázar», sans son deuxième prénom, Florencio. En 1948, Julio fait un voyage en Europe qui inclut Paris. La ville le fascine. À son retour, il rencontre Aurora Bernárdez avec qui il se mariera. L’avancée du péronisme et le désir de Paris le poussent vers l’étranger. Confronté à des migraines, il consulte un médecin. Le médecin est catégorique : «Ce que vous avez n’est pas une maladie, mais un état d’opinion. Partez».

#4 17, Boulevard Jourdan, Cité universitaire

Il demande une bourse au gouvernement français. La décision de partir le gêne à cause du soutien que nécessitent sa mère et sa sœur, qui continuent de vivre dans la rue Artigas. Il parvient à conclure avec Sudamericana la traduction périodique de livres en échange d’une somme d’argent. Avant de partir, il vend sa collection de plus de deux cents disques vinyles. Il ne conserve que Stack O’Lee Blues. Le 15 octobre 1951, il embarque sur le Provence en direction de Paris, la ville mythique, comme il l’appellera plus tard. Le logement offert par la bourse est une petite pièce à la Cité universitaire, loin du centre.

#5 10, rue de Gentilly

En 1952, Aurora arrive et ils déménagent ensemble. Il l’appelle affectueusement Glop. L’appartement a deux pièces, une petite cuisine et pas de douche. Pour se laver, il faut payer vingt-cinq francs dans un bain public à proximité. Pour économiser sur le loyer, ils achètent une Vespa. Julio veut montrer l’Italie à Glop en moto, mais il a un accident. Quelque chose de similaire arrivera des années plus tard au personnage de «La nuit face en haut». Julio est plâtré et utilise son temps d’immobilisation pour lire. Parmi les nombreux auteurs, il y a Daisetsu Suzuki. Au milieu de la convalescence, il reçoit la proposition de traduire les contes complets de Poe pour l’Université de Puerto Rico. Julio et Aurora font des calculs. Ils mettent fin à leur bail rue de Gentilly, vendent la Vespa et partent à Rome, où la vie est moins chère.

#6 54, rue Mazarine

Deux pièces réunies, avec une fenêtre et une cuisine, la douche et le téléphone prêts à être installés. L’emplacement est imbattable, près du Pont des Arts, du café Les Deux Magots, du café Old Navy. Également proche du Pont Neuf où, à minuit, le réverbère près de la statue de Henri IV acquiert le mystère des tableaux de Paul Delvaux. Julio travaille sur «Final del juego», le livre qui contient certains des contes les plus mémorables. Il achève de donner forme à un type de récit fantastique dont l’axe est le passage, où la réalité normale et la réalité fantastique entrent en tension et où le protagoniste est souvent contraint de franchir le seuil. Le glitch entre les mondes a ses conséquences et ainsi nous trouvons l’homme qui se transforme en axolotl, celui qui est assassiné par son roman, celui qui réalise qu’il n’est pas à l’hôpital et qui sera sacrifié dans un instant. En 1954, Julio célèbre son mariage avec Aurora.

#7 91, rue Broca

De retour de Montevideo, où ils traduisent pour la Conférence générale de l’UNESCO, ils déménagent dans le treizième arrondissement. Julio doit traduire «Mémoires d’Hadrien», il contracte une mononucléose et doit plus tard doit être opéré de l’appendicite. Le travail pour l’organisme international leur permet de voyager et de découvrir le monde. L’un des endroits les plus attendus est l’Inde, où ils posent tous les deux avec le Taj Mahal en arrière-plan, le bâtiment si blanc sur la photo qu’il semble être fait d’ivoire.

#8 Pavillon de la Place du Général Beuret

Une ancienne écurie restaurée, avec une cour arborée et beaucoup de silence sur la rive gauche de la Seine. C’est un quartier calme où Julio et Aurora peuvent aller au cinéma du coin en pantoufles. En 1962, «Historias de cronopios y de famas» est publié et l’année suivante «Rayuela», qui crée sensation. La maison devient un point de rencontre, la figure d’auteur de Julio s’élargit. Il voyage à Cuba, un pays qui l’enthousiasme et avec lequel il entretiendra des liens jusqu’à sa mort. Sara Facio prend la photo emblématique où il tient une cigarette avec les lèvres. Pour des raisons professionnelles, il part avec Aurora pour la deuxième fois en Inde. Ils vivent chez Octavio Paz, ambassadeur du Mexique à New Delhi. Le luxe de la résidence est gênant. Contrairement à son premier voyage, Julio veut cette fois-ci être en contact avec les gens, comprendre le tissu social. Chaque jour, il cotoie la misère, une nouvelle forme d’horreur face à laquelle il reste sans réponse. Il découvre les castes, la faim, la lèpre, les familles vivant entre les voies ferrées. Il se réveille et souffre, comme Bouddha quand sorti de son palais. Il semble que la mort fait des pirouettes, les tours les plus effrayants pour attirer l’attention d’un peuple qui ne réagit pas. À son retour d’Inde, Julio et Aurora se séparent, à la suite d’une crise qui dure depuis longtemps. Elle conserve la maison place du Général Beuret et il déménage près de la Seine, dans le petit appartement de sa nouvelle compagne, Ugné Karvelis, qui deviendra bientôt son agent littéraire. La séparation coïncide avec les événements de Mai 68, auxquels Julio participe activement. Il ne faudra pas longtemps avant qu’il ne se laisse pousser les cheveux et la barbe.

#9 68, rue Saint-Honoré

Les moments de tension politique et économique que traverse l’Amérique latine ne le laisse pas indifférent. Julio s’engage en faveur de Cuba, du Nicaragua, de l’Argentine. Il écrit «Libro de Manuel» pendant la dictature de Lanusse. Il intègre le Tribunal Russell pour participer aux procès pour crimes de guerre. La dernière dictature argentine l’empêche de regagner son pays et lui fait finalement porter le titre d’exilé. La relation avec Karvelis traverse une crise. En voyage à Montréal, il rencontre Carol Dunlop. À son retour à Paris, il lui écrit sous prétexte d’écrire un texte ensemble. En 1978, ils déménagent dans un appartement rue Saint-Honoré.

#10 4, rue Martel

Le nouvel appartement est également sur la rive droite de la Seine. Ce sera le dernier. Une photo le montre assis à son bureau avec une lampe d’architecte, un crayon modulaire et une radio. Après beaucoup de travail et de voyages, il part à Aix-en-Provence avec Carol. À la suite d’une hémorragie gastrique, Julio doit être hospitalisé et on lui diagnostique une leucémie myéloïde chronique. On lui fait une transfusion de plus de trente litres de sang. De retour à Paris, il doit se reposer et une fois rétabli, il épouse Carol à Cucuron. Pendant qu’ils sont en voyage, une maladie affecte Carol. Elle est hospitalisée et on lui diagnostique une aplasie médullaire. Les traitements ne suffisent pas, les médecins échouent à faire fonctionner la moelle et le 2 novembre, elle meurt. Julio est à ses côtés, tenant sa main. «Carol s’en est allée de mes doigts comme un mince filet d’eau», écrira-t-il à sa mère. Aurora déménage dans l’appartement de la rue Martel pour aider Julio, qui se consacre au travail, aux amis et à l’action politique. Avec le retour de la démocratie en Argentine, il voyage à Buenos Aires. Il marche pour la dernière fois dans l’une des villes qu’il a le plus aimées.

#11 Cimetière du Montparnasse

Il meurt à l’hôpital St. Lazare, dos à la fenêtre car la vue sur la cour nue ne lui plaît pas. Il voulait voir des arbres. À ses côtés se trouvent Aurora et deux amis. Cristina Peri Rossi, une autre amie de Julio, pense que ce n’était pas la leucémie, que Julio a contracté le VIH par les transfusions qu’il a reçues à Aix-en-Provence, où des années plus tard il y aurait eu un scandale grave sur le sang contaminé acheté à des immigrants pauvres. Peri Rossi soutient que Carol est morte de la même chose. Elle n’a pas de preuves médicales, mais ses arguments fournissent une version qu’il ne faut peut-être pas écarter. Julio est enterré le 14 février 1984, avant midi, dans la même tombe que Carol. La pierre tombale avec les noms en majuscules de Tomasello et la sculpture de cronopio de Silva ont été conçues en collaboration avec Julio qui, à la fin, a tout préparé, comme aurait fait un citoyen du Moyen-Âge, pour accueillir la belle mort.

Taxi driver 🇦🇷

¿Quién sos, taxi porteño? Espíritu libre, charlatán impenitente, conquistador callejero, tanguero de antaño, Fangio de los tiempos modernos, memoria de la ciudad, editorialista enojado, triste encarnación de una clase media diez veces desclasada… Todo eso y quizás más.

Por Nicolas Zeisler

Unos 15,000 taxis circulan hoy en la capital. Eran el doble hace diez años. En ese entonces, se contaba un taxi por cada setenta habitantes. La certeza de no tener que esperar mucho en la esquina. Eso ha cambiado. La crisis económica, las aplicaciones de VTC y la pandemia han pasado factura.

«Estamos en el Titanic, al borde del desastre», señala Marcelo Boeri, presidente de Taxistas Unidos, una asociación creada en 2017 para combatir la competencia desleal de aplicaciones como Uber, Cabify, Didi o Beats. En resumen, los taxistas exigen más regulación (para sus competidores), menos cargas (para ellos) y algunos subsidios (también para ellos). La ciudad hace oídos sordos. Sin embargo, en 2012, instaló una escultura del artista Fernando Pugliese en la Costanera sur, en el cruce de la avenida de los Italianos y Macacha Güemes. El Monumento al Taxista representa a un conductor bigotudo y panzón, apoyado en el techo de su auto, un modelo Siam Di Tella. Clásico.

¿Están destinados a desaparecer los tacheros, que deben su nombre al francés Maurice Tachon, inventor del primer taxímetro embarcado (ver recuadro abajo)? Hasta ahora, los irreductibles continúan rodando. Menos mal, porque viajar con ellos promete abrir una ventana a sabrosas porciones de vida porteña. En el maletero, cada uno lleva consigo su ración de fracasos y éxitos, que hacen eco a la historia nacional.

Con la camisa abierta, apoyado en el borde de la ventana, Diego rebobina el hilo de sus recuerdos: «Es un país donde uno pone sus maletas. Como lo hizo mi padre, que venía de un pequeño pueblo cerca de Nápoles. Me hablaba de los paisajes, del sabor de los tomates, de las mujeres y del azul del Mediterráneo.» Diego nunca quiso hablar italiano. Considera que Argentina lo dio todo a sus padres. Su padre era obrero, su madre costurera. Después de unos años de duro trabajo, pudieron comprar una pequeña casa en las afueras de Buenos Aires e integrarse a la clase media. Diego lo confiesa con amargura, desde hace un tiempo, esta historia de éxito titubea como un viejo motor caprichoso: «Los impuestos, el mantenimiento del auto, la nafta, el sándwich… A veces siento que me desvivo por sobrevivir.»

«¡La calle es libertad!»

La frustración también llena el habitáculo de Alejandro. Atrapado en los embotellamientos, escupe su veneno sobre la clase política: «Paso más de doce horas por día en mi taxi mientras que los diputados y senadores solo se reúnen una decena de veces al año.» Solo un hombre encuentra gracia a sus ojos: Raúl Alfonsín, artífice del retorno de la democracia, que habría querido ubicar la nueva capital de Argentina en la Patagonia. «Hubiera reducido considerablemente los atascos», lamenta. Eso no le impide amar su trabajo: «¡La calle es libertad! Conduzco a mi ritmo y bajo a los pasajeros demasiado apurados que quieren que pise el acelerador.»

Buenos Aires es ruidosa. El tráfico es denso. Los colectivos y los autos cruzan la ciudad a toda velocidad. Los conductores intercambian bocinazos e insultos. En medio de esta agitación, el taxi de Pedro es un remanso de paz. Con Carlos Gardel de fondo, hace revivir la ciudad de antaño: «En Buenos Aires, vivíamos afuera. Los viejos sacaban sillas a la vereda para matar la tarde entre vecinos. Nunca estábamos solos, sino con amigos, en el parque o en los bares. Esta ciudad está desapareciendo debido a los teléfonos celulares y la televisión.»

Rodolfo, por su parte, se considera bastante afortunado. Optó por subirse a un taxi porque «cuando las cosas van mal, cualquiera puede sentarse y agarrar el volante.» Además, su tío, taxista de toda la vida y víctima de un Covid largo, casi no trabaja y le presta su vehículo. No, el problema para él es la inseguridad. Una noche, dos tipos con aspecto amenazante le preguntaron qué haría en caso de robo. Detuvo su vehículo. Hizo bajar a sus pasajeros. Sacó la palanca de hierro que usa para trabar el volante y dijo: «La pregunta es más bien: ¿quién morirá primero?». Se fueron sin decir nada. Sin embargo, nuestro héroe está desconcertado ante la violencia de las porteñas: «Las mujeres más musculosas del mundo cuando tienen que cerrar la puerta». «Pero ¿las querés igual?» pregunta el reportero de servicio. Una sonrisa se dibuja en el rostro curtido del conductor: «Arruinan mis puertas, me quejo y Buenos Aires sigue siendo Buenos Aires», declara mientras asiente con la cabeza. Ojalá dure.

Maurice Tachon

Antes de que estalle la inevitable polémica lingüística, la redacción de La Revue quiere brindar un apoyo inquebrantable a su autor. Nicolás afirma que Maurice Tachon dio su nombre a los tachos y tacheros de Buenos Aires. Esta publicación, herramienta de afrancesamiento masiva, suscribe sin matices esta hipótesis, a pesar de la controversia que la rodea. Agradecemos a la Alianza Francesa de la Avenida Córdoba por señalarnos la existencia del comunicado n.° 1748 de la Academia porteña de lunfardo. En esta carta, el historiador Edgardo Cascante defiende una hipótesis discordante: los tachos y tacheros vendrían del tacho, recipiente metálico. Cascante declara solemnemente: «Manifiesto, con modestia intelectual, mis dudas sobre si la inscripción del fabricante Maurice Tachon, que fue grabada en algunos taxímetros de los taxis más antiguos, corresponde al origen de la palabra tachero, porque cuando este glosario fue adoptado, estos taxímetros se habían convertido en piezas de museo olvidadas».

ARGENTINIAN ARAB IDOL 🇦🇷

En la lengua, las recetas de cocina, la arquitectura, la política… El mundo hispano muestra con orgullo sus raíces árabes. Una herencia importada por barcos, como se puede ver en el Museo de la Inmigración, y reclamada por muchas celebridades latinoamericanas. Inmersión en un Buenos Aires con aires de Oriente.

Por Maïssa Benali Cherif

Árabes del fin del mundo. Tierra tan lejana como cosmopolita, Argentina se ha enriquecido con varias olas de inmigración procedentes de Europa, Asia, África y del Medio Oriente. Todos estos elementos han moldeado la cultura nacional y contribuido a construir una sociedad compleja. Una diversidad que se refleja en el idioma, la cocina, la música, el baile y muchos otros aspectos de la vida cotidiana en Argentina.

La comunidad procedente del Medio Oriente, compuesta principalmente por sirios, libaneses, egipcios, marroquíes y palestinos, sería la tercera más importante de Argentina, después de los españoles e italianos. De los 3,5 millones de individuos de origen árabe o con ascendencia árabe en Argentina, aproximadamente 400 000 son de confesión musulmana; la mayoría practica el cristianismo.

El Museo de la Inmigración MUNTREF en Argentina destacó, durante todo el año 2023, esta suma de historias (con h minúscula) que componen la Historia del país. La exposición fue organizada por Marcelo Huernos, quien guió a La Revue por los pasillos de un sitio histórico preciado: el antiguo hotel de los migrantes, donde se alojaron más de un millón de inmigrantes hasta su cierre en 1951. La exposición Del Mediterráneo oriental al Plata invita a explorar las migraciones orientales.

¿Dijiste «turcos»?

En Buenos Aires, el término «turcos» se usaba históricamente para referirse a los árabes, especialmente a los inmigrantes del Imperio otomano a finales del siglo XIX y principios del XX. Esto no necesariamente reflejaba un origen turco, sino más bien una falta de conocimiento de las diferencias entre las distintas procedencias árabes por parte de los argentinos de esa época. Los propios inmigrantes aceptaban esta etiqueta imprecisa. Hoy en día, se utilizan términos más precisos, como «árabes» o «sirio libaneses», sin que haya desaparecido por completo el apodo «turco», muy común entre los abuelos.

La emigración desde la cuenca mediterránea hacia el Río de la Plata, en los siglos XIX y XX, fue motivada por varios factores. En Turquía, las políticas de turquización llevadas a cabo por el gobierno central avivaban las tensiones con las minorías religiosas, mientras que las presiones internacionales relacionadas con la expansión de las potencias europeas provocaron una inestabilidad regional. Durante la Primera Guerra Mundial, enormes masacres empujaron a las minorías a huir de sus países. La promesa argentina sedujo a muchos árabes, a quienes las élites argentinas preferían sobre los europeos del Norte. La llegada de grupos de diversas procedencias generó temores, pero las cadenas migratorias permitieron que muchos inmigrantes se integraran. Hacia finales del siglo XIX, muchos judíos y cristianos del Medio Oriente, especialmente del Levante, emigraron a las Américas debido a la reducción de sus derechos, nuevos impuestos, el reclutamiento militar y cambios agrícolas. A principios del siglo XX, también comenzaron a emigrar a Argentina musulmanes y drusos, que representaban aproximadamente el 43 % de las llegadas hacia finales de la década de 1910. Estos migrantes provenían principalmente de las regiones de Beirut, Damasco, Alepo y Deir Ez-Zor. Se organizaron según su identidad religiosa, creando templos religiosos y asociaciones para atender sus necesidades, mientras permanecían unidos a pesar de sus diferentes confesiones. También trabajaron en diversos sectores para ganarse la vida, incluyendo la venta ambulante, la fotografía y la construcción. A pesar de los comienzos difíciles, contribuyeron de manera significativa a Argentina. Por ejemplo, desempeñaron un papel crucial en la creación de prósperas empresas textiles y enriquecieron la cultura argentina gracias a su participación en campos como el periodismo, las artes y la música.

Reunir

El Sr. Yaoudat Brahim, presidente del Club Sirio Libanés de Buenos Aires, recibió a nuestra revista en las instalaciones de esta institución fundada en 1926. Específicamente en su restaurante, ubicado en Triunvirato (Saavedra). Lugar de encuentro imprescindible, este club también es el guardián del alma y el legado de esta comunidad desde hace casi un siglo. «Moisés José Azize fue uno de los fundadores del club y del periódico sirio-libanés (que todavía existe), así como de la cámara de comercio árabe en Argentina», nos explica el Sr. Brahim. «Fue uno de los instigadores de este movimiento de solidaridad que consistía en alojar y cuidar a las personas que venían del Medio Oriente. Nuestro objetivo siempre ha sido reunir y ayudar a nuestra comunidad, preservando al máximo nuestra cultura a través de diversas disciplinas, actividades culturales y conferencias.» La visita al restaurante brinda la oportunidad de degustar los mejores dolmas (hojas de parra rellenas de arroz y carne) de la capital.

Los mejores restaurantes árabes de Buenos Aires

Buenos Aires ofrece una variedad de opciones cuando se trata de restaurantes de cocina árabe. Aquí hay una lista no exhaustiva de restaurantes donde puedes disfrutar de cocina árabe de calidad:

  • Alepo: ubicado en Palermo, ¡este lugar sirve auténtica comida siria! Música del Medio Oriente, condimentos y aromas puramente sirios: ¡lo que pide la gente!
  • Shawarma Al-Amir: Al Amir sirve, indiscutiblemente, el mejor shawarma de Buenos Aires, la carne está bien sazonada y las porciones son generosas.
  • Sarkis: este restaurante es conocido por ofrecer algunas de las mejores opciones de comida árabe en Buenos Aires. Su menú incluye platos tradicionales como kebabs, falafel y shawarma.
  • Al Arabe: ubicado en Salvador, su shawarma es excelente. El falafel es crujiente por fuera y tierno por dentro. Una buena opción si tenés prisa.
  • Farid: un poco más gourmet, en Farid, descubrirás una experiencia más delicada y refinada de la gastronomía árabe.

Preocupados por fomentar una integración armoniosa, el club integra a personas de todas las procedencias. Más allá de las actividades sociales y culturales, el Sr. Brahim nos explica que el club también desempeña un papel esencial en la promoción de la educación, ofreciendo becas para apoyar a los jóvenes del Medio Oriente.

El impacto de la comunidad sirio-libanesa en Argentina ha llevado a la creación de la distinción Ugarit, que premia anualmente a los descendientes de árabes o árabes establecidos en Argentina que se han destacado en diversos campos: la industria, la política, la función pública, la medicina… «En Argentina, es imposible ir a un hospital sin encontrarse con un profesional de la salud de origen árabe», declara entusiasta el Sr. Brahim.

Algunas personalidades latinoamericanas de origen árabe:

  • Carlos Menem: ex presidente de Argentina, era de ascendencia siria por parte de su padre.
  • Miguel Layún: futbolista mexicano de ascendencia libanesa.
  • Shakira: la famosa cantante colombiana tiene raíces libanesas por parte de su padre.
  • Salma Hayek: la actriz mexicana tiene raíces libanesas por parte de su abuela paterna.
  • Nayib Bukele: presidente de El Salvador. es hijo de Armando Bukele Kattán, un hombre de negocios de origen palestino.
  • Giselle Itié: actriz brasileña de ascendencia libanesa.
  • Márcio França: político brasileño de ascendencia libanesa, fue gobernador del estado de São Paulo.
  • Patricia Bullrich: ministra argentina de Seguridad, de ascendencia libanesa.

La autora Gladys Abilar encarna la riqueza cultural, fruto del mestizaje entre las culturas oriental y argentina. De origen libanés, heredó una tradición literaria autodidacta de su abuelo, quien escribía filosofía en árabe. Gladys estudió música, se convirtió en profesora de música y luego abrazó una carrera en agronomía, siguiendo los pasos de su padre. Su interés por la escritura comenzó de manera repentina, llevándola a escribir poemas y explorar la literatura, mientras continuaba con su carrera de ingeniera. «La cultura oriental ha sido el hilo conductor a lo largo de mi vida», confiesa Gladys, quien ha publicado varios libros (poesía, novela, cuentos…). Entre los temas que abordan sus escritos, la cultura árabe y las relaciones interreligiosas ocupan un lugar destacado. Un interés diario para esta católica casada con un musulmán.

Marilú Marini ne vieillit pas, elle accumule de la jeunesse 🇫🇷

Par Fabien Palem

Avoir 84 ans c’est un peu comme d’avoir eu quatre fois 21 ans. Mais Marilú Marini (1940), femme de lettres et de théâtre, n’a que faire des chiffres. Certains articles de presse la font naître cinq ans plus tard, en 1945. «Par coquetterie ou par paresse, je n’ai jamais fait modifier cette information», confessera à La Revue l’actrice, dont l’espièglerie et la vitalité valent bien celles de quatre jeunes femmes. Parmi les archives qui ont servi à préparer cette rencontre, une émission de la télévision publique argentine a retenu mon attention. J’emprunte et détourne ici son nom, tant il s’applique à merveille à cette vie trépidante: Jeunesse accumulée.

Il y a deux façons de connaître Marilú Marini, souvent considérée comme la meilleure actrice argentine en activité, prix Konex (2021) et nommée Officier des Arts et des Lettres en France. La première serait de prendre place dans l’amphithéâtre du Picadero, dans le centre de Buenos Aires. Marilú fait irruption sur scène, toute de noir vêtue et chaussée de baskets fuchsia, qui semblent destinées à fouler le sol instable d’une planète inconnue. Durant tout l’été portègne, l’actrice a interprété El corazón del daño, un monologue tiré du livre de María Negroni et adapté par Alejandro Tantanian. Sur les planches, elle se mue en conteuse de tribu. «Le théâtre est l’un des derniers endroits où les humains se transmettent les histoires au corps-à-corps», se plaît-elle à rappeler.

Preuve de la jeunesse éternelle de Marilú, son texte est celui d’une fillette. Une enfant qui s’adresse à sa mère. Cette enfant devient adolescente, puis mère (brièvement), sans que ce statut ne remplace jamais celui de fille. Il n’est jamais trop tard pour dépasser les traumatismes de l’enfance, apprendre à aimer sa mère ou la tuer. «Obéir n’est pas une vertu», constate l’actrice, comme pour introduire sa propre biographie.

Les fous du «Di Tella»

Car pour devenir Marilú, María Lucía Marini a dû désobéir. Nous l’apprenons depuis le café Martínez, à 100 mètres du Picadero, où nous expérimentons la deuxième manière de connaître l’actrice, plus intime. Quelques heures avant sa performance, elle s’affiche sans maquillage, cachée derrière d’épaisses lunettes et sous un béret. Malgré cette discrétion, plusieurs clients du café la reconnaissent et se prennent en selfie avec elle. «Mes parents et en particulier mon père n’étaient pas du tout d’accord avec mon choix de carrière, se remémore-t-elle. Je viens d’une famille très bourgeoise, très carrée. Mon frère, de neuf ans mon aîné, était ingénieur construction naval. Je devais moi aussi m’assurer un avenir.» Ses parents, deux immigrés européens, avaient chacun des raisons sur lesquelles fonder leurs exigences et leur rigueur. Autant le père, un self made man italien, que la mère, une Prussienne si distante qu’elle laissa sa sœur éduquer sa propre fille.

Marilú rejette avec vigueur les projections parentales et s’engage à 100% dans l’art. Elle vit l’âge d’or de l’institut Di Tella, enchaîne les pièces, les performances et les happenings. Nous sommes à la croisée des années 1960 et 1970. À 11 000 km de distance, le Paris de Mai 68 vit une véritable révolution des mœurs, tandis que Buenos Aires se trouve étouffée sous une chappe de plomb. Celle de la dictature militaire de la «Révolution argentine» (1966-1970). L’actrice rembobine le film de ses souvenirs : «Il régnait une ambiance pesante. La police entrait dans les cafés et demandait les papiers de tout le monde. Il y avait des articles sur les fous du «Di Tella». Les gens voyaient l’institut comme un lieu de subversion. Nous recevions régulièrement des appels anonymes.» C’est dans ce contexte, autour de 1970, que Marilú connaîtra la prison, durant 25 jours, suite à une accusation pour corruption de mineurs. La plainte émanait du père de l’un des chanteurs du chœur, un mineur embauché pour l’occasion.

Cinq ans après cette expérience difficile, en septembre 1975, Marilú met le cap sur Paris, embauchée par le metteur en scène Alfredo Arias. «La France et l’Argentine ont des liens culturels très forts, admet-elle. Mais il n’empêche que, pour vivre en France et apprendre le français, il a fallu travailler dur. Les Français sont des gens très fidèles en amitié, mais ils ont besoin de temps pour établir un lien. En tout cas à Paris ! Tout est plus carré qu’en Argentine. Ce n’est pas de la méfiance, plutôt une distance qui parfois s’avère saine.» 

Martel, Borges, Minujín

À Paris, elle croise la route des artistes argentins : Astor Piazzola, Julio Cortázar, Antonio Seguí, Graciela Martínez et consort. Il y a aussi les musiciens Jairo et Atahualpa Yupanqui, qui passent chez José et Jacqueline Pons, les parrains des exilés. Marilú apprécie ce contact avec la mère patrie, mais s’intègre rapidement aux artistes français et internationaux. Durant sa carrière, elle aura le privilège de travailler aux côtés de grands noms, tels que Jean Genet, Peter Brookes, Olivier Py ou encore Chantal Thomas. «Trois ans après mon départ, mes parents ont fini par accepter mon choix, peut-être grâce au fait que je ne leur demandais jamais d’argent. Je subsistais à mes besoins.» Marilú n’est plus bien certaine de l’année de la mort de son père, qui l’a poussée à fouler le sol argentin. Était-ce durant la dernière dictature (1976-1983) ou juste après ? Selon elle, sa première visite daterait du retour de la démocratie, durant les années Alfonsín : «Nous sommes venus présenter une pièce au théâtre Cervantes, devant le président Mitterrand, que nous avions accompagné.»

Installée à Paris depuis près d’un demi-siècle, elle n’a pas de pied-à-terre à Buenos Aires. Née à Mar del Plata, où elle a encore de la famille, elle déambule dans les rues de la Ciudad de la furia comme le ferait une étudiante tout récemment arrivée. «Je ne suis plus la Porteña que j’étais avant mon départ, c’est évident. Après toutes ces années, je me suis enracinée en France. J’ai deux petits-enfants à Nancy. Ce sont les enfants de la fille de mon mari. Je me sens de là-bas. Je suis toujours Argentine bien-sûr, mais je me sens traversée par la France.»

Son amour pour le pays d’origine ne s’en trouve pas moins intact. «L’Argentine est un pays avec un potentiel humain et des ressources naturelles incroyables, évoque-t-elle. La culture argentine a maintenu une superbe partout dans le monde, avec des noms prestigieux qui ont fait rayonner le pays !» Marilú, quels seraient ces noms ? Citez-en trois : «Lucrecia Martel, Jorge Luis Borges et… (elle fouille dans sa mémoire). Enfin, mince, c’est une amie en plus : Marta Minujín!»

Pierre Rimbaud, pastelero alquimista 🇦🇷

El desafío de Pierre Rimbaud: democratizar la pastelería de autor vegana y sin gluten.

Por Sophie Levy

Una suave sonrisa en los labios, Pierre nos recibe en Dudú, la pequeña escuela-boutique que abrió en 2022 en Palermo. En este templo vegano, no hay productos lácteos, huevos ni gluten. Tampoco clásicos de la pastelería francesa. Los pasteles de Pierre son todos creaciones propias. Así como la Chocolacha, una tartaleta de chocolate y crema de remolacha. O La Petite Fleur, un cheesecake revisitado con manzana.

Los transeúntes se detienen frente al escaparate, se preguntan sobre este menú fuera de lo común y luego surge la pregunta inevitable: «¿Sos francés! ¿Pero qué hacés acá?» Como no es muy fan del storytelling franchute, Pierre prefiere concentrarse en lo suyo: la alimentación consciente y responsable. Un discurso a la vez humilde y militante. Sin embargo, la historia de este gran muchacho con los brazos tatuados es apasionante.

Argentina: un asunto familiar

Nada predestinaba a este nativo de Annecy a convertirse en un referente local de la pastelería vegana. De hecho, su historia de amor con el país comienza un poco por casualidad. Alrededor de una copa de vino blanco en la terraza de un bar en Marsella, él y su hermana Aurélie, que acaba de llegar de Argentina, conversan de la vida. Ella lo convence: hay mucho por hacer, especialmente en gastronomía. En 2006, con un título de Técnico de Cocina en la mano, pone rumbo a Buenos Aires, siente el pulso del país y experimenta un gran choque cultural. Pero Pierre, con apenas 20 años, es inquieto: vuelve a empacar las maletas para Nouméa, donde termina trabajando en uno de los mejores restaurantes de Nueva Caledonia, y luego a Marsella, donde se introduce al mundo de la cocina molecular, en pleno auge.

Mientras tanto, su hermana se establece en Buenos Aires. Pierre se siente listo para embarcarse en una nueva aventura: la pastelería. «El dulce siempre ha sido una parte de la gastronomía que me ha gustado mucho. En Argentina, la pastelería francesa no estaba muy desarrollada. Vi la oportunidad de cambiar de rumbo en un campo que me apasiona». En 2011, vuelve a Buenos Aires con su nuevo proyecto, Les Gourmands, un servicio de catering dulce especializado en macarons. «Fue un gran desafío, sin presupuesto», confiesa. «Volví a mis viejos libros de cocina y me convertí en empresario improvisado, ¡lo cual no era lo mío!» Así que Pierre recorre cocinas. Y después de algunos meses, comienza a dar sus frutos: consigue sus primeros contratos y comienza a hacerse un nombre en la escena gastronómica porteña.

Un alquimista del mundo vegetal

Después de dos años, una panadería lo contrata como consultor para la producción y la formación de equipos. «Me di cuenta de que prefería transmitir conocimientos que producir». Las misiones y las clases se surgen, unas después de las otras, al margen de lo que pide su pequeña empresa. Cuestiona los métodos de producción de la pastelería tradicional: mucha mantequilla, crema, azúcar… ¡No muy saludable (ni muy creativo) todo eso! Cuando su hermana se convierte en vegana, Pierre, un hiperactivo polifacético, se interesa por ello. «Lo tomé como un desafío profesional: ¿qué podemos hacer sin lácteos ni huevos? Después de algunos intentos poco convincentes, vuelvo a lo básico. Los huevos, la mantequilla y la crema… Fue así como encontré soluciones en el mundo vegetal». Su cocina se convierte entonces en un verdadero laboratorio de pruebas para encontrar la fórmula que funcione. Pierre conoce a los principales promotores de la alimentación consciente, nuevos productores agroecológicos, y comienza a reunir a una comunidad de seguidores.

Una vez encontrada la fórmula mágica, Pierre comienza a impartir clases de pastelería vegetal. El momento es oportuno, ya que los argentinos estaban cada vez más interesados en la alimentación responsable. Estamos a principios de 2020. El Covid, todo eso… Pierre no se queda de brazos cruzados: desarrolla toda una gama de cursos en línea. Y funciona: «Alcancé los 15 000 seguidores en Instagram de golpe, ¡fue increíble! Fue mucho trabajo, pero aproveché este período un poco extraño para perfeccionar mis recetas y mi discurso».

La idea de abrir un local va tomando forma y la suerte le sonríe: unos amigos le ceden un garaje en la triple frontera entre Palermo, Villa Crespo y Almagro. Con un presupuesto reducido, Pierre se encarga de las obras e inaugura Dudú en octubre de 2022. Un espacio que sirve como escuela, lugar de producción y también como espacio artístico. Su compañera, Sofía Abt, fotógrafa fueguina, expone allí sus obras. Dudú abre a los clientes tres tardes a la semana, de jueves a sábado.

¿Y ahora el sur?

Después de año y medio de existencia, Dudú va bastante bien. Pierre está contento, pero ya tiene la mirada puesta en nuevos proyectos. Acaba de unirse a la junta directiva de Lucullus y quiere democratizar el veganismo. Y sobre todo, sueña con exportar el concepto Dudú a la Patagonia. Porque a veces, extraña las montañas: «¡Siempre seré un niño de los Alpes! La Patagonia es un poco como los mismos paisajes. Veo mi futuro en Argentina, pero no necesariamente en medio del hormigón». Un proyecto que probablemente incluirá a su hermana. Porque, como habrán entendido, para Pierre, ¡la familia es sagrada!

Quand le problème est la langue maternelle 🇫🇷

Une écrivaine franco-argentine, née à Paris et résidant à Buenos Aires, souhaite enseigner sa langue à son fils. Mais quelle est sa langue maternelle ?
Par Mónica Zwaig

Quand mon fils est né, je pensais : je vais avoir quelqu’un avec qui parler français. J’étais déterminée à ne parler qu’en français avec lui. Je n’imaginais pas que nos conversations porteraient sur un canard qui se promène, la couleur des pommes, l’anniversaire de la baleine, le chapeau avec un pompon, les pompiers, le château, le chameau, le chat. Oh, non, il pleut, le parapluie. On va changer la couche-couche, on va prendre le bain. Oh le canard.

Je n’imaginais pas non plus que, de peur qu’il ne comprenne pas le français, je traduirais en deux langues tous les concepts que je trouvais fondamentaux pour un nouveau-né. Pour moi, il était indispensable qu’il comprenne que son lieu de sommeil était son berceau, Esto es tu cuna, ça s’est ton lit. Tu vois, c’est ton lit, tu cuna. C’est bien les bras de maman mais tu peux dormir dans ton lit. Podés dormir en tu cuna también, no sólo en brazos de mamá. Ensuite, je ne savait pas s’il fallait traduire cuna par lit ou berceau. Ça devrait être berceau, mais je voulais aussi qu’il comprenne le mot lit qu’il utiliserait pour le reste de sa vie. En revanche, berceau n’était qu’une étape et il ne s’en souviendrait pas. On dit qu’il faut tout anticiper pour les bébés, je le faisais dans les deux langues, au cas où il ne comprendrait pas clairement en français. Je ne sais pas pourquoi, mais j’ai toujours pensé qu’il apprendrait l’espagnol sans difficulté, que le problème était de transmettre le français, ma langue. Le problème serait la langue maternelle.

J’ai déposé une grande partie de ma névrose de maternité sur un sujet linguistique. Le plus important était que mon fils ne soit pas exclu – ni de mon monde qui inclut Paris, Anne Sylvestre et Jacques Prévert, ni du pays où il est né et où il vivra pendant de nombreuses années. Notre cuisine a vu arriver un tableau blanc collé au mur sur lequel j’ai noté la conjugaison des verbes être, avoir, aller, vouloir. L’enfant apprendra à lire quand nous ne louerons plus cet appartement mais le père de l’enfant doit connaître les bases de la communication que j’utilise avec notre fils.

D’ici là, tout est traduction. Le bain, el baño, le pijama, el pijama, el pelo, les cheveux. La pureté a disparu rapidement et j’ai moi-même commencé à parler de chercher le chupete, sortir avec le cochecito, manger avec las manos, le jabón. Quand l’enfant a commencé à manger, je continuais de traduire tous les fruits et légumes qu’il goûtait dans les deux langues. Quand il a commencé à dire ses premiers mots, j’ai réalisé qu’il était plus facile de dire palta que un avocat, ou dire papa que pomme de terre. Ça m’a beaucoup peiné de lui enseigner le mot galle (pour galletita) quand il est entré à la maternelle. J’aurais voulu qu’entre nous, on puisse parler de biscuits, de poulet ou de riz mais j’ai été devancée par la peur l’exclure du déjeuner ou du goûter. J’ai décidé de lâcher la pression et de lui enseigner d’abord toute la nourriture en espagnol et ensuite, quand je serai sûre qu’il ne manquera pas de nourriture, je pourrais lui enseigner le français.

J’ai réalisé qu’il comprenait l’existence de deux langues le jour, ou plutôt la nuit, où à 3 heures du matin, il a commencé à demander de l’eau et comme nous avons mis quelques secondes de plus que d’habitude à arriver, l’enfant a commencé à demander agua, l’eau, agua, l’eau. Il y a eu d’autres moments où il a commencé à dire le mot en français en se rendant compte que nous ne comprenions pas ce qu’il voulait dire en espagnol. Par exemple, quand il a utilisé le mot cheveux, au lieu de pelo. C’était pour m’expliquer qu’un camarade de classe avait tiré les cheveux d’un autre. Il ne savait pas dire tirer les cheveux, mais il connaissait cheveux dans les deux langues et comme nous n’avons pas compris qu’il voulait nous raconter une scène précise en utilisant le mot pelo, il a commencé à dire cheveux.

Dans cette croisade de la langue maternelle, certains mots ont été cruciaux. Faire dodo et faire un bobo sont restés des expressions quotidiennes chez nous, à tel point qu’elles ont pris le dessus sur l’espagnol. L’enfant ne voulait pas utiliser d’autres mots, il disait dodó pour la sieste et bobó quand il se blessait avec tout le monde. J’ai dû expliquer à la nounou et à la maîtresse de l’école maternelle que mon fils ne disait n’importe quoi quand il disait dodó et s’allongeait par terre ou s’il pleurait en disant bobó. Je me sentais coupable d’avoir créé un tel problème dans sa vie, qui ne fait que commencer. Le problème de ne pas être compris. Un jour, il est sorti de la maternelle et a dit lastimé. J’ai compris qu’il s’était fait un bobo et que les mères ne contrôlent rien, encore moins le langage de leurs enfants.

Pourtant, je ne baisse pas les bras, je sais que l’enfant a les deux langues, même s’il a choisi de parler plus en espagnol qu’en français. Je sais qu’il comprend que l’autre langue est la mienne car quand il veut que je l’emmène dormir, il dit avec maman. Parfois, il se moque de moi, il dit mamá. Alors je dis maman et il continue à dire mamá parce qu’il sait que ça m’agace. Seulement quand je dis maman, alors il dit maman. Nous savons que nous avons une rivalité là-bas, que la langue maternelle joue avec nous.

Maintenant, il parle de plus en plus chaque jour et dit des phrases complexes. Il répète qué coraje et qué valor, de la chanson mono liso de María Elena Walsh. Il dit aussi le mot rabillo, que je ne connaissais pas auparavant et qu’il a appris de la chanson La reina batata. Il chante aussi certaines comptines comme le loup le renard et la belette, j’entends le loup et le renard danser. Il répète des mots difficiles en français, il dit «elle est toute grassouillette» du conte du renard qui vole une poule toute grassouillette.

Il y a peu de temps, nous nous préparions pour aller à la maternelle et il a dit un mot qui ressemblait à égalité, alors j’ai répété égalité à haute voix. Clairement, nous ne parlions pas d’égalité, et je ne sais pas ce que voulait dire mon fils. Mais comme j’ai répété avec tant d’assurance le mot égalité, il a pensé que je lui expliquais cela. Et depuis lors, mon fils mentionne toujours le mot égalité en allant à l’école mais je ne sais pas de quoi nous parlons.

À ce stade de ma névrose, je lui lis ses livres en espagnol sans les traduire simultanément en français. Quand je l’emmène prendre son bain, j’accepte de dire «al agua pato», au lieu de «on va prendre le bain». Avant d’entrer dans l’eau, je dis «one two three» et lui répète «an tu fri». Il semble aussi aimer l’anglais. Il chante la chanson des Beatles «All you need is love» qu’il a dans un livre musical. Ce n’est pas qu’il la chante entièrement mais il aime le refrain et crie «loooove looooove loooove» dans sa propre langue : «loooof looof looof».

Bons comme du bon pain 🇫🇷

Polyvalents, simples et glorieux, les sandwichs de pain de mie sont une fierté portègne d’origine italienne. Ils conquièrent les cœurs étrangers, même parmi les ambassadeurs de la fameuse baguette.

Par Agustina Canaparo

Ils sont les invités spéciaux des tables d’anniversaire, des réunions familiales, des rencontres entre amis et même des déjeuners rapides au beau milieu d’une journée de travail. Ils se marient parfaitement avec le café au lait, le maté, n’importe quel soda mais accompagnent aussi la bières et le vin. Ce n’est pas un hasard si les sandwichs de pain de mie ont mérité le titre officiel de «tout-terrain». En les voyant, impossible de ne pas se retrouver transporté vers les moments les plus agréables de l’enfance. Les Argentins se passionnent pour les charcuteries et autres produits coincés entre deux tranches de pain. Et même si leur véritable origine a certaines réminiscences européennes, au fil des ans, ils se sont adaptés (et très bien) au palais et à l’ADN locaux. Dans chaque coin du pays, ils suscitent la passion des foules. Les adeptes ont tous leur boulangerie de quartier préférée. Si les puristes préfèrent les saveurs classiques, d’autres optent pour les versions les plus audacieuses. Le sandwich de pain de mie en Argentine est une affaire sérieuse. Toute histoire culinaire commence par la trouvaille d’un inventeur. Quelqu’un qui a fabulé sur une formule, l’a mise à l’épreuve et en a tiré les bénéfices. Bien qu’il n’y ait pas de nom précis du père de la créature, on assure que l’ancêtre direct des sandwichs de pain de mie étaient les «Tramezzini», un sandwich inventé en 1925 en Italie, précisément à Turin, au Café Mulassano. Ces hors-d’œuvre, déclinés en plus de 40 variétés, avaient une forme triangulaire particulière. Une autre version de l’histoire assure que le pain de mie argentin est l’héritier du pain moulé anglais traditionnel, bien moelleux et ferme. «L’histoire est la suivante : vers 1912 quelques immigrants anglais sont arrivés à la confiserie La Ideal, avec un pain anglais sous le coude, similaire au pain de mie. Ils ont demandé qu’on leur prépare des sandwichs. Leur histoire a commencé dans cette belle confiserie», raconte Gustavo Nari, chef pâtissier de La Ideal, en plein cœur de Buenos Aires. Par la suite, ici, le pain a commencé à être fabriqué de façon artisanale. On y a enlevé les croûtes, on l’a coupé en tranches très fines (de forme rectangulaire), on l’a tartiné de mayonnaise et/ou de beurre, et enfin on l’a rempli d’ingrédients très divers. Rapidement, des versions classiques avec jambon et fromage ont fait leur apparition puis le tomate-jambon, l’œuf-fromage, olives-fromage, thon… Chez La Ideal, qui a récemment été entièrement rénové, pour retrouver son éclat de l’époque dorée, une attention particulière est portée à la matière première de leurs créations. «La qualité et l’excellence de la charcuterie sont essentielles. Il faut être généreux avec la garniture. Nous coupons le pain à la dernière minute pour qu’il ne sèche pas. Nous visons l’excellence», précise Nari. Dans tous les quartiers de Buenos Aires, des centaines de confiseries et de boulangeries rendent hommage à cette création. Caren, en plein quartier de Barrio Norte, est une des plus emblématiques. «Les Portègnes en sont fans. Je pense que c’est parce que nous l’associons à des moments heureux : un anniversaire, une réunion, un groupe d’amis pour regarder un match de football. Nous l’aimons tellement, il nous remplit de bonheur. C’est un repas rapide et délicieux», exprime Augusto Vázquez, deuxième génération dans l’entreprise familiale. Acceptant de dévoiler ses secrets, l’expert assure que la qualité de la mie est fondamentale. Chez Caren, par exemple, ils la coupent à la dernière minute. Il admet également que la qualité, la variété et la quantité de la garniture utilisée sont importantes. Un autre aspect fondamental est la main du maître sandwichier. «En 50 ans d’existence de la confiserie, nous avons travaillé avec seulement quatre maîtres sandwichiers et chacun a appris de l’autre. La forme, le goût et la coupe…Tout est maintenu à l’identique», détaille-t-il. La mythique avenue Corrientes abrite la confiserie La Pasta Frola, un autre emblème de Buenos Aires avec plus d’un siècle au service des gourmands. Son histoire remonte à plusieurs années avant la construction de l’Obélisque. Ici aussi, les célébrités sont les sandwichs. C’est pourquoi, en plein déjeuner, au bureau ou après une sortie au théâtre, il est classique de faire la queue à la porte. Pour Gisella, l’une des responsables du magasin, ils sont un atout qui convient à n’importe quel événement ou circonstance. «Le secret réside dans la coupe du pain au gré des besoins et la fraîcheur des ingrédients. Nous ne travaillons pas avec des plaques de pain de mie déjà pré-découpées. Les saveurs qui se vendent le plus sont jambon cuit et fromage, jambon et œuf, dinde et tomate, jambon cru et fromage», explique-t-elle. Récemment, ils ont également ajouté de nouvelles options végétariennes pour répondre aux demandes de leur fidèle clientèle. Selon Diego Sabatella, à la tête de La Piedad en plein Microcentro, «aucun pays n’est aussi fanatique de ces sandwichs que les Argentins». Dans sa confiserie, fondée en 1944, une longue file d’employés de bureau et de passants se forme tous les midis. La raison ? Goûter la grande vedette de la maison : les triples. D’autres créations, fourrées de classiques argentins, font sensation : milanesa, matambre et vitel tonné. L’idée est de surprendre les clients. Encore une fois, la qualité des produits est au cœur des préoccupations. «Que ce soit pour le pain, qui doit avoir une mie soyeuse, avec une élasticité juste et une absorption d’humidité équilibrée, et tous les produits de garniture qui sont faits maison et de première qualité. Tout est fabriqué le jour même et ne se garde pas pour le lendemain : ce qui est produit est vendu dans la journée», explique Diego. De plus, ils ont des goûts spéciaux : matambre maison et tomate avec thym ; mortadelle avec pistaches, pastrami, cornichons aigre-doux et moutarde, entre autres. Certaines confiseries ont même la particularité de fabriquer leur pain de mie (de plus de dix kilos) eux même. L’une d’entre elles est la boulangerie centenaire Roma Pane y Dolci, en plein cœur de Caballito. Une production qui fait appel au savoir-faire du boulanger. D’abord, on pétrit, puis on laisse reposer quelques heures. Le tout va au four dans des moules rectangulaires, puis dans des chambres froides. Le lendemain, on enlève la croûte et au moment de les préparer, on coupe les plaques avec une machine spéciale. «La recette de nos sandwichs dépend en premier lieu de sa mie. Ils sont faits maison, frais et ne contiennent pas de conservateurs», déclare Fabio Mandia, chef pâtissier et chef pâtissier de Roma. Ici, les plus vendus sont ceux au jambon et au fromage et celui au thon, au fromage et à l’œuf. Au bar Los Galgos, les sandwichs de pain de mie sont spéciaux. Dans ce classique portègne, ils sont revalorisés avec des ingrédients de qualité. «Le pain doit être frais, avec une mie moelleuse et de petites alvéoles, ni trop fines pour ne pas supporter l’humidité de la garniture, ni trop épaisses, pour ne pas voler la vedette. La garniture est également importante», estime Florencia Dragovetsky, chef de cuisine. Il y en a fourrés au faux-filet fumé, avec de l’œuf et même du fromage bleu, de la noix et de la roquette. Pour le boulanger Germán Torres, de La Valiente, les sandwichs de pain de mie lui rappellent les bons souvenirs de son père au bureau : à l’heure du déjeuner, ils s’asseyaient dans un bar et les dégustaient avec un café au lait. «C’est un classique portègne, un incontournable. Et c’est un plaisir pour nous de les fabriquer tous les jours. Ce n’est pas aussi simple que ça en a l’air !», dit l’expert. Torres est d’accord pour dire qu’un beurre et des charcuteries de qualité font la différence. «Nous battons le beurre avec des herbes et d’autres assaisonnements pour lui donner une touche de saveur subtile», dit-il. Sur la liste des préférés figurent ceux au jambon et au fromage et celui au fromage et à l’œuf. Polyvalents, simples et glorieux. Les sandwichs de pain de mie ont leur place dans le cœur des Argentins et des gourmands du monde entier. —

GUIDE DES SANDWICHS

  • La Ideal : laissez-vous tenter par leur sandwich à la roquette, au jambon cru et au parmesan en contemplant les vitraux de 1912.

Où ? Suipacha 384.

  • Caren : impossible de résister à celui au pastrami et concombre. Vous pouvez en profiter lors d’une promenade dans la Recoleta.

Où ? Av. Pueyrredón 1881.

  • La Pasta Frola : Épique sandwich au fromage avec cœur d’artichaut. Aussi savoureux avant qu’après le théâtre.

Où ? Av. Corrientes 1365.

  • Roma Pane & Dolci : avec son célèbre «chacarero» au jambon, fromage, laitue, tomate et œuf. Vous pouvez le déguster assis au Parque Rivadavia.

Où ? Av. Rivadavia 5391.

  • Los Galgos : le nec plus ultra est celui au faux-filet fumé maison, fromage et beurre à la sauge. À savourer au bar avec un vermouth.

Où ? Av. Callao 501.

  • La Piedad : magnifique sandwich à la milanesa frite, tomate, laitue, jambon et fromage. Le sauveur des déjeuners au bureau.

Où ? Florida 31.

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Solo Cabo Polonio 🇦🇷

Explorar los recovecos de la vida en un pueblo portuario es descubrir un universo donde el tiempo ya no acepta medidas. En esta primera edición, nos sumergimos en los sutiles contrastes  capturados por Gary Collins, fotógrafo oficial de La Revue, cuyo lente ha estado enfocado en el encanto singular de Cabo Polonio, Uruguay. A lo largo de casi una década, nuestro querido inglés, viajero empedernido y amante de Uruguay, ha tejido una conexión profunda con este rincón costero, inmortalizando los momentos efímeros y las historias silenciosas de sus pescadores. Acompañanos en este viaje visual mientras exploramos la esencia intemporal y la magia cotidiana de un lugar único. ¿Siempre soñaste con tomar el sol solo en una playa paradisíaca, sin electricidad ni internet? Cabo Polonio te dará esta oportunidad…

San Juan : la belle vie au pied des Andes 🇫🇷

Son désert et ses bons vins, sa vallée fertile et son «champ lunaire», ses plaines, sa beauté et son ciel, le meilleur pour observer les étoiles. Autant d’atouts réunis dans cette province du nord-ouest de l’Argentine.

Par Julián Gorodischer

147 heures de plaisir dans la capitale provinciale de  San Juan, puis au nord-est et au sud-ouest de la province, à travers le parque provincial Ischigualasto (vulgairement appelé la Vallée de la Lune, dans le soi-disant «valle fértil») et le Parc national El Leoncito, avec ses surfaces planes et ses horizons immenses, où a atterri autrefois le jet de l’ancien président Raúl Alfonsín, le 12 septembre 1986, à l’occasion de l’inauguration du Complexe astronomique El Leoncito, dépendant du Conicet.

Pour cette étape du voyage (nous sommes au sud-ouest de la province : dans le département de Calingasta), il est préférable d’avoir activé le mode suburbain : précéder la visite d’une longue sieste ou méditation, ou trouver le refuge d’une substance quelconque (inutile de le dire : éteindre le téléphone portable) pour entrer en communion avec le ciel le plus magnifique de la République, qui rivalise en prestige avec le désert d’Atacama, au nord-est du Chili. San Juan – ses routes, ses déserts – a le pouvoir de vous placer dans un état de dépouillement, de désir ardent, en harmonie avec son paysage de roches et d’argile, par exemple, autour de la localité de Barreal, la plus proche d’El Leoncito.

Du vin à Sarmiento

De petites caves boutiques sont dispersées aux quatre coins du territoire de San Juan, en particulier dans le département de Calingasta, au sud de la province. Là-bas, lors de la visite d’une petite cave, 35.5, l’artisan Simón Tornello a ébloui son public avec ses variétés à base de raisins criollo et ses élixirs encore en phase expérimentale.

À San Juan, il est recommandé d’avoir son propre véhicule. L’infrastructure des transports en commun est lacunaire, et justement, il se trouve que cette semaine quelqu’un aurait piraté – depuis la Colombie, nous dit-on – leur système de vente de billets. À chaque déplacement, nous sommes donc contraints de repasser par la Capitale. Dans cette situation,  l’América est une bonne option d’hôtel, propre et exécutif, à deux pas de la gare routière. Attention cependant aux motocyclistes qui pétaradent à 6 heures du matin et vous maintiennent en éveil si un embouteillage se forme sur la déjà sonore avenue 9 de Julio locale.

Le visiteur est récompensé de tant de va-et-vient à l’arrivée au Parc provincial Ischigualasto, dans le si bien nommé «Valle Fértil», au nord, où San Juan devient verdoyant, autour d’oasis formidables comme le barrage San Agustín, au pied de l’idéale auberge «Valle Fértil». À chaque coucher de soleil, presque toute l’année sans nuages, sur les sentiers pour l’observation et l’écoute attentive des oiseaux, le silence total se fond dans le bruit de l’eau sur la pierre.

Et puis c’est la consécration, à la frontière avec la province de La Rioja, lorsqu’on pénètre dans la Vallée de la Lune. En dépit d’un soleil de plomb (ce paysage brille davantage sous la lune, lors des si prisées «visites de pleine lune»), les 63 000 hectares se connectent avec les plus anciennes existences dans ce monde, antérieures aux humains, la période Triasique de l’Ère Mésozoïque. C’est alors que l’ego se réduit à la taille d’un atome face à des formations rocheuses auxquelles on a donné des noms, et qui sont exposées comme des attractions, avec des petits panneaux qui les désignent comme «le champignon» ou «le sphinx».

Malgré l’intervention écrasante de l’homme sur la Nature – malgré les rires et les selfies des contingents de touristes pâles en bus – la surface «lunaire» subjugue, et le chemin du retour à San Agustín, par la route nationale 510, est le moment parfait pour une sieste méditative (si quelqu’un d’autre conduit le véhicule). En arrivant au centre, un délicieux chevreau grillé vous attend, ainsi que la lumière matinale pour vous dire au revoir, lors de votre dernier passage à San Juan Capital, où la vie nocturne, cosmopolite et animée, des caves aux petits marchés d’olives, n’a rien à envier au quartier de Palermo à Buenos Aires.

N’importe quelle nuit de semaine, en faisant irruption sans prévenir, vous trouverez une dégustation de délicieux vins, pains et fromages dans le chaleureux local des Amigos del Vino (à quelques pas de la Plaza 25 de Mayo). Avant de partir en taxi vers l’aéroport, il reste encore du temps pour découvrir Domingo Faustino Sarmiento (héros argentin) dans sa maison-natale-musée, qui éblouit avec le récit de sa mère héroïque – Doña Paula -, et où l’on peut voir et toucher le célèbre figuier de Souvenirs de province, qui se vend dans l’une des chambres. Pour le dessert, il suffit de demander à la chaleureuse bibliothécaire de nous laisser voir et toucher l’exemplaire du journal El Zonda, socle de la Nation, fondé par le jeune Domingo Faustino, il y a plus d’un siècle et demi. El Zonda, dit la Une émouvante du journal, est – en soi – un voyage dans le temps.

Brésiliens à Mendoza : le vin est l'excuse 🇫🇷

Par Micaela Redondo

Mendoza est en ébullition avec ses visiteurs brésiliens. Avec une offre gastronomique de plus en plus ample et créative, et d’innombrables caves de renommée internationale, la ville attire des touristes du monde entier qui cherchent à découvrir la principale région productrice de vin d’Amérique latine.

En se promenant dans les rues, dans les bars de l’avenue Arístides, dans les restaurants et les caves, il suffit de prêter l’oreille pour que le portugais apparaisse. Les Brésiliens ont élu Mendoza comme leur destination œnotouristique préférée. Le taux de change favorable a stimulé le flux de voyageurs du pays voisin, sans aucun doute. Après la pandémie, le réal s’est déprécié par rapport à l’euro (transformant l’Europe en une destination coûteuse), tout en conservant un avantage par rapport au peso. Cette situation contribue au succès de Mendoza au Brésil, mais les raisons vont au-delà.

Mon expérience personnelle servira peut-être d’exemple. Je suis Brésilienne et installée en Argentine depuis 2019. Officiellement résidente à Buenos Aires, mais émotionnellement captivée par Mendoza. Un cadre idyllique en toute saison, avec une hospitalité et une gastronomie top niveau. Une ville moderne, vibrante, où rien ne manque : ni les employés pressés, ni les embouteillages, ni les manifestations. Mais qui conserve en même temps une atmosphère champêtre et accueillante.

Mon premier voyage n’avait pas suffi pour découvrir tous les lieux et secrets de Mendoza. Il a été suivi d’un autre et d’un autre encore. Mon amour pour la gastronomie m’a poussée à rechercher des formations et des spécialisations en vin. J’ai visité autant de caves que possible ; chaque histoire liée au vin est devenue une passion. Sans m’en rendre compte, j’avais déjà créé un blog où je partageais avec les lecteurs brésiliens mes expériences. Celles d’une Brésilienne amoureuse de Mendoza.

Grâce au blog (catalibre.com), je me suis connectée avec beaucoup de gens et je suis devenue plus sociable. Les gens m’écrivent pour demander des recommandations. Certains réservent une visite guidée. Avec d’autres, je me contente de partager un verre si nous nous retrouvons à Mendoza. À ce jour, je garde de nombreuses amitiés qui sont entrées dans ma vie avec un message en relation avec le vin. Après tant d’échanges, je me rends bien compte que le vin a été l’excuse.

Les raisons qui attirent les Brésiliens et les font visiter Mendoza sont multiples. Voici quelques tendances et recommandations de caves qui (je l’espère !) répondront à vos exigences.

Pour les amateurs de grandes étiquettes

 

  • Domaine Bousquet

L’une des principales caves biologiques d’Argentine. Vins élégants et bien notés, vue privilégiée sur la Cordillère des Andes et les vignobles de Tupungato.

  • Zorzal Wines

La cave cherche à traduire le terroir de Gualtallary grâce à son œnologie à intervention minimale. Ses vins reçoivent de plus en plus de reconnaissances.

Pour les voyageurs en groupe

  • Casa El Enemigo Vigil

Quand Vigil a décidé de s’inspirer de la Divine Comédie pour construire sa cave, il a pris ça au sérieux. Les déjeuners, dîners et dégustations sont un carnaval, un débordement des sens.

  • Santa Julia et Casa del Visitante

C’est la première cave de la famille Zuccardi. Ses visiteurs peuvent opter pour un barbecue champêtre, des cours de cuisine, une balade à vélo à travers les vignobles et même participer à la récolte.

Pour les voyageurs solitaires

  • Anaia Wines

À mes yeux, la plus belle cave de Mendoza. L’expérience de dégustation comprend une série de tapas, à savourer avec vue sur le lac et le vignoble.

  • Budeguer

À la fois cave et galerie d’art, Budeguer offre une expérience personnalisée. Les vins de la dégustation sont choisis sur le moment, en fonction des goûts du visiteur.

Pour les explorateurs

  • L’Orange Bodega Artesanal

L’Orange est le laboratoire de vins biologiques, naturels et biodynamiques d’Ernesto Catena. De cette cave sortent ses étiquettes les plus expérimentales.

  • Maal Wines

Maal est entièrement construite avec des matériaux recyclés et des parties de constructions anciennes. La cave se trouve dans mon coin préféré de Mendoza : Las Compuertas.

Pour les amateurs de gastronomie

  • Lagarde

Le restaurant Zonda propose un menu en plusieurs plats avec des produits biologiques et locaux de la région. La cuisine est ouverte et la salle possède peu de tables, le tout au milieu de l’un de ses vignobles les plus anciens.

  • Durigutti

5 Suelos est l’un de mes préférés. Un menu en plusieurs plats flexible, des plats élégants et un bel espace : un aquarium en verre posé sur le vignoble, avec les montagnes (de Las Compuertas) en arrière-plan.

Tout sur le fromage : 5 endroits incontournables 🇫🇷

Chacune avec une identité propre, ces fromageries reflètent la typicité des différentes productrices. Certaines suivent la tradition française tandis que d’autres proposent des combinaisons originales. Une bonne nouvelle : on les trouve facilement dans les endroits stratégiques de la ville.

Par Pilar Lonzieme

Granja Champs Elysées

La Bûche, le chevrotin et le cabécou demi-sec sont quelques-uns des fromages de chèvre produits par la fameuse Granja Champs Elysées. Ces délices, artisanaux et respectueux d’une alimentation saine et équilibrée, ont une période de production. «La saison 2023 a commencé avec la naissance des chevreaux en août et nous avons démarré la production de fromage en septembre, elle se poursuivra jusqu’à début juin», décrit Elise de Rincquesen, cofondatrice de la fromagerie artisanale. Quand elle est arrivée de France il y a une dizaine d’années, ce qui lui manquait le plus, évidemment, c’était le fromage de chèvre. Débarquée en Argentine avec son associé-mari argentin Fernando Calvo, Elise souhaitait créer un produit aussi français que possible. Ils ont trouvé l’endroit idéal pour implanter leur ferme. Aujourd’hui, leurs créations sont vendues dans différents quartiers de la ville : Almacén 1249, Kasehaus et Anchoita Cava, entre autres. À la demande de ses adeptes sur Instagram, Champs Elysées ouvre les portes de sa ferme, située à Goldney, dans le parti de Mercedes, à moins de 100 km de la capitale fédérale. Elise explique aux intéressés que la ferme va bientôt lancer une nouvelle expérience de dégustation. Une de plus ? La Raclette au fromage de chèvre arrive !

La Bonne Étoile

On dit que Julien Baudet n’était pas très convaincu par les fromages argentins et qu’après avoir beaucoup étudié, il s’est orienté vers la production de fromages à pâte molle et à croûte fleurie (formée par la croissance d’un champignon comestible). Ce Français et sa famille souhaitaient quitter la ville et permettre à leur fille de poursuivre une scolarité Waldorf et c’est la Ville de Las Rosas, dans la vallée cordobaise de Traslasierra qui s’est révélée être l’emplacement idéal pour la production artisanale des fabuleux fromages de La Bonne Étoile. Dans un tel décor, San Pugliese peut être le protecteur païen des musiciens de tango, mais il peut aussi être la dernière création fromagère de Julien : une meule de trois kilos, au lait de vache, à pâte semi-molle et à croûte naturelle. «Il met en avant le terroir transerrano et mon enracinement avec l’Argentine», argumente-t-il. Sa production lui a demandé deux ans d’efforts et de patience. La Bonne Étoile a de nombreuses variétés à choisir, faites à base de lait de vache, de chèvre et de brebis. Comment les découvrir dans la capitale ? Corte Charcutería, Vitto, Laura Serafini. Ils sont également présents dans les restaurants suivants : Anchoita, Anafe, Corte Comedor et ALo’s Bistró, entre autres.

Ventimiglia

Récompensée de deux médailles d’or à l’Expo Queijo 2023 du Brésil, la fromagerie artisanale des trois frères Couly – Ventimiglia est le nom de jeune fille de leur mère – est un arrêt obligatoire pour tous ceux qui se promènent dans la vallée du Río Negro et de Neuquén. Quels sont les fromages qui remportent le plus de succès ? le Patagonzola (un bleu inspiré du gorgonzola italien), le Cuatro Esquinas, d’un terroir patagon et l’original, le Toscano (la Toscane est le restaurant avec four à bois qu’ils ont à la ferme). Il est indéniable que l’ambiance patagonienne joue un rôle fondamental dans la fabrication attentionnée de chaque meule : «Les races changent, la nourriture des animaux, le climat, le temps d’affinage que nous donnons aux fromages influencent également. Chaque saison est un défi d’adaptation pour que les produits soient toujours excellents», explique Edgard, le frère cadet. Chaque fromage produit par cette famille raconte une histoire de passion et d’amour ; depuis le soin des animaux, l’acquisition de la matière première, la fabrication, le temps de maturation et la vente. Où peut-on les trouver à Buenos Aires ? À Corte Charcuterie, Casa Sáenz, Anchoita, Don Julio, El Preferido de Palermo, Don Cosme, Narda Comedor et Picà despensa.

Santi Cheese Market

En raison d’un accord commercial, il ne peut pas utiliser son nom de famille pour se faire de la publicité, mais cela n’est pas nécessaire. La pandémie l’a rendu populaire. Santiago est la troisième génération de maître fromager : «À 16 ans, quand je sortais de l’école, j’allais directement travailler au marché de Juramento (marché de Belgrano). C’était la grande aventure. J’y ai appris peu à peu à couper les fromages, les différencier, détecter leurs arômes, interpréter leur texture, les couleurs et les saveurs que j’ai dans mon ADN», se souvient Santi Valenti. Valenti, une famille italienne, car les classiques à Buenos Aires ne connaissent pas de frontières. La légendaire maison Valenti n’est plus dans la famille et c’est justement ce changement qui l’a encouragé à concrétiser son projet de commerce électronique : Santi Cheese Market. Aujourd’hui, le produit le plus vendu sur santicheese.com est le Weekly Bag, une combinaison imbattable de fromages Brie, Cuartirolo, Parmesan et de produits charcutiers. Pour cet entrepreneur, il est essentiel que les produits soient de la même qualité à la livraison chez le client qu’à la sortie de la cave : les commandes voyagent dans un emballage spécial et réutilisable vers différentes parties du monde. En revanche, ceux qui préfèrent aller à la source, rendez-vous à la porte noire de la rue Loyola 1539.

Je suis Raclette

«Je savais qu’il n’y avait pas de raclette en Argentine et en Uruguay», assure Alejandro Tomatis, qui travaillait en Suisse, il y a quelques années, comme ingénieur pour une multinationale. Après s’être renseigné, il a acheté un four à raclette et s’est perfectionné, en préparant le plat lors de réunions entre amis. Il est ensuite retourné sur les rives du Río de la Plata : «J’ai commencé à servir de la raclette dans un food truck, dans les foires et lors d’événements privés en Uruguay. Ça a été un succès ! Cette réussite nous a convaincus qu’il fallait ouvrir un local à Buenos Aires.» Je Suis Raclette se devait d’être «un peu comme un stand de marché européen». C’est donc tout logiquement que le nouveau local a été installé dans la cour gastronomique du mythique Mercado de San Telmo en 2016. Aujourd’hui, le local de Tomatis est l’un des endroits préférés des Français qui vivent à Buenos Aires et qui ont tendance à opter pour l’option la plus traditionnelle : «Nous l’appelons un Racletazo, avec des pommes de terre, du jambon cru ou du bacon, une marinade, des cornichons, un petit oignon, le fromage raclette fondu, du poivre et du paprika», précise l’ingénieur-cuisinier, tout en avertissant que les plus audacieux demandent la combinaison avec de la viande bovine accompagnée de champignons sautés au vin blanc…