Buenos Aires, “la París sudamericana”. Este es el apodo que se ganó la capital argentina gracias a un período de la historia, en el cual la clase dirigente tenía a la capital francesa como modelo cultural a seguir. Hoy, esto se ve plasmado especialmente en la arquitectura porteña. Pero lo cierto es que, si la analizamos no solo desde el punto de vista arquitectónico, tendríamos que llamarla “la Roma de Sudamérica”.
Sabido es que la Argentina fue, después de Estados Unidos, el país que mayor cantidad de inmigración europea recibió en los siglos XVIII Y XIX, siendo los italianos el 50% de los extranjeros que llegaban huyendo del hambre y la guerra. Por esto casi la mitad de los argentinos tienen descendencia italiana directa o indirecta. Y no solo quedó como legado el tan ansiado passaporto, sino también muchas de las practicas socioculturales que se observan hoy día en Buenos Aires, así como en muchas otras partes del país.
Apariencia
La primera vez que pisé Italia, me dio la impresión de estar rodeada de argentinos, pero rápidamente entendí que se trataba de italianos de pura cepa. Me sorprendió lo parecidos que son físicamente a los porteños. O mejor dicho, como nosotros nos parecemos a ellos. Tanto, que cuando me tocó trabajar en Europa durante la temporada alta, nuestro pasatiempo con mis colegas era adivinar si los clientes eran italianos o argentinos. Y cuando nos ponemos a pensar que la mitad de nuestros antepasados vienen de allí, todo cobra sentido.
Habla y modismos
También cuando hablamos, lo hacemos a la italiana. Por supuesto que la gesticulación con las manos que se usa para acompañar lo que decimos es una característica indiscutible de la herencia italiana. La mayoría de los argentinos también «gritamos para hablar» según el oído extranjero, algo similar pasa en Italia, donde lo primero que sorprende cuando uno llega es cómo los tanos alzan la voz al comunicarse.
Particularmente en Buenos Aires, que fue la puerta de entrada de la mayoría, se mezclaba el vocabulario y los fonemas del italiano con el idioma español. De esta forma, se terminó formando una jerga muy característica del Río de la Plata conocida como «cocoliche», que perdura hasta hoy en el habla diaria: birra (cerveza), laburo (trabajo), gamba (pierna), naso (nariz), faccia (rostro) son solo algunas de las muchas palabras del vocabulario cotidiano rioplatense que más tarde darían lugar al nacimiento del lunfardo.
Algunas expresiones cotidianas derivadas del italiano:
- «¡Basta de cháchara!»: chiacchierare /quiaquierare/ significa hablar, conversar de más. Nosotros le dimos el sonido de la CH que, para ellos, es una q. ¿Que maestra del primario no nos retó diciendo “¡Los del fondo! ¡Basta de cháchara!”?
- “¡Mirá la facha que tiene!” Faccia = rostro. En algún momento de la historia le agregamos el sentido de belleza o sensualidad en general y no solamente de la cara.
- “Que naso que tiene”: Naso = nariz. Nosotros le dimos la connotación de “nariz grande”
- “¿Cuanto le metés hasta Paseo Colón?” : “Quanto ci mette per arrivare a..?” “Cuanto le metés a..” es una expresión que suelen escuchar los colectiveros de Buenos Aires. Resulta que “quanto ci mette“? en italiano significa “cuanto se tarda”. En algún momento lo desfiguramos y el verbo “meter“, en algunos casos, para nosotros es “tardar“.
- “El tipo ese está loco”: tipo = hombre, pibe, chico. “questo tipo non mi fa fiducia” (no confío en este tipo)
- “Fui a un restaurant tipo tailandés” : TIPO para dar ejemplos. “sono andata a un ristorante tipo tailandés“
- “Me estoy piyando” : pisciare = orinar pero vulgarmente. Equivalente a nuestro “mear” /pishar/
- “Rocco, ¡a la cucha!” : cuccia = casita o camita de las mascotas, normalmente perros. (Este fue un gran descubrimiento en su momento, debo admitir)
Gastronomía y costumbres
Para ellos la pasta della domenica, para nosotros, el asado; pero claro está que los domingos son los clásicos de la familia para las dos culturas. Mesa larga, almuerzo tardío y luego del café, sobremesa eterna. El concepto de familia, de reunión, de tomar la mesa como centro social, es muy italiano. Y los argentinos le damos tanta importancia a como nuestros antecesores. Por ejemplo, en Italia, apenas se llega a una casa, lo primero que hacen es ofrecerte un café. Aquí sucede lo mismo, pero con el mate: “¿matecito?”
En cuanto a la pizza, se sabe que es un logro italiano por excelencia que se expandió por todo el mundo, y Buenos Aires está lejos de ser una excepción. Aunque la pizza porteña dista muchísimo de la pizza que se come en el país europeo y esa mutación todavía es un misterior (explicamos acá); varias de las pizzerías mas conocidas han sido fundadas por italianos, como es el caso de Güerrin, Banchero o Pin Pun.
Pero para los que buscan una cocina realmente italiana, tenemos algunas recomendaciones en la ciudad de Buenos Aires:
- Siamo nel Forno: Para comer una “vera pizza napoletana”.
- San Paolo: Chef y pizzaiolo napolitano. Prueben la margarita y después nos cuentan.
- Cucina Paradiso: El reconocido Donato de Santis, chef italiano radicado en Argentina hace años, combina la cocina tradicional “tana” con algún que otro toque argentino.
- Filo: Además de ser un clásico de la cocina italiana, tiene la particularidad de funcionar como una galería de arte ya que en el subsuelo suelen haber exposiciones de escultura, pintura y fotografía.
- La Locanda: Un viaje a Cerdeña sin escalas.
La mentalidad
También hay que mencionar que, a grandes rasgos, la mentalidad es otra de las similitudes que comparte Argentina con Italia. La idiosincrasia forma parte importante de este legado: la cultura del trabajo y del estudio, la famosa frase “m’ijo el dotor” que bien representa el sueño del inmigrante de que su hijo corra otra suerte. La «avivada criolla”, esta cosa implícita de que siempre se quiere estar un paso más adelante: “fatta la legge, trovatto il inganno”, o mejor dicho, “hecha la ley, hecha la trampa”, la célebre frase lastimosamente tan utilizada en Argentina, dicen, proviene de la Antigua Roma.
No por nada se dice popularmente “los peruanos descienden de los incas, los mexicanos de los aztecas y los argentinos de los barcos”.