El lunfardo es una jerga, un lenguaje codificado, el habla popular local. Cuenta la historia que tiene su origen en el mundo de los delincuentes que necesitaban desarrollar un código para comunicarse sin que los entendieran los guardias de la cárcel. Actualmente el lunfardo es la base del lenguaje familiar y conlleva todo el amalgama de las culturas que integra el ser argentino. Nacido en la periferia de la ciudad, popularizado por el tango, alimentados por los cientos de dialectos de todos los inmigrantes que llegaron a este país a fines del siglo XIX, el lunfardo es un verdadero patrimonio colectivo. Entenderlo es captar en profundidad la cultura argentina, sus orígenes y sus contradicciones.
Pequeña guía práctica
El lunfardo es una verdadera llave para introducirse e integrarse a la vida cotidiana argentina. Con un poco de práctica y mucha atención van a poder empezar a dominarlo y cancherear (un canchero es alguien que conoce una situación muy bien y sabe cómo manejarse; hábil, experimentado). También podría decirse en lunfardo : que la sabe o la tiene lunga. Pero también se usa como fanfarrón (sobrador) como un argento (argentino) más.
Imaginemos una situación, están en un bar o un boliche lleno de argentinos. Pongámonos en la piel de una mina (una mujer), el problema no radica tanto en cómo trabar relaciones con los demás sino en cómo librarse de los hincha-pelotas (gente muy molesta) que no paran de chamuyarla (seducirla, pero también significa hablar con intensión persuasiva sin tener realmente un argumento sólido). Cuando llega la hora de irse de joda (salir a divertirse), o salir a tomar una birra (una cerveza) cualquier chamuyo es bueno para levantarse (seducir) a alguien. En ese caso, no duden en mandar a cagar esos chabones (hombres) molestos. Para zafar (deshacerse, escaparse) de esos pesados sin tener que recurrir a los clásicos insultos (pelotudo, la concha de tu hermana, la puta que te parió…) solo hace falta ser un poco mala onda (desagradable), quizás poner cara de culo (parecer enojada) y no darles bola (ignorarlos. Dar bola: darle importancia a algo).
Para los hombres, si van a chamuyar a una mina, primero asegúrense que su bombón sea soltera. Los latinos tenemos la sangre caliente y no le hace falta mucho a un macho argentino y en pedo (alcoholizado) para agarrarse a trompadas y cagarse a palos (pelearse). A lo sumo pueden recibir una cagada a pedos (retar).
Si le dieron al escabio (alcohol) y el bondi (el colectivo) no llega más, tómense un tacho (un taxi), ¡y ojo con los tacheros (chofer del taxi) que los quieran cagar (engañar) y enchufarles billetes truchos (falsos) de vuelto, sean piolas (vivos, despiertos) y que no los duerman (no se dejen engañar)!