El Obelisco: historia y curiosidades del «guardián» de Buenos Aires

¿Tenemos que celebrar? ¡Vamos al Obelisco! ¿Tenemos que manifestarnos? ¡También! Este monumento, ubicado en la intersección de las avenidas 9 de julio y Corrientes, no sólo se encuentra en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, sino que muchas veces es el corazón de la ciudad. Se ha convertido en uno de los símbolos por los que nos reconocen en el mundo.

El origen

La historia del Obelisco se remonta a 1936, fecha que coincide con el cuadrigentésimo aniversario de la fundación de la Ciudad de Buenos Aires. En ese contexto, el monumento buscó conmemorar esta fecha tan importante para los porteños, como parte de un proyecto de modernización urbana en el que también se ensancharon calles y se crearon nuevas avenidas.

La polémica

La noticia de esta construcción cayó como un baldazo de agua fría entre muchos de los vecinos de la zona, quienes no dudaron en manifestarse en contra. El motivo: en ese mismo lugar se encontraba la iglesia de San Nicolás de Bari (inaugurada en 1812). En ese edificio no sólo se había izado por primera vez la bandera nacional en la ciudad de Buenos Aires; sino que también habían sido bautizados Mariano Moreno y Manuel Dorrego y descansaban los restos de Manuel Alberti.

A pesar de las críticas y reclamos, la piedra fundamental del monumento fue colocada y los constructores comenzaron a trabajar. El arquitecto elegido para planear y supervisar la construcción fue Alberto Presbich, quien también se encargó de los edificios del teatro Gran Rex, el Cine Atlas y dos de las residencias de la escritora Victoria Ocampo.

Detalles técnicos

En cuanto a sus detalles técnicos, el Obelisco mide 67,5 metros de altura, es hueco por dentro y posee una escalera que permite ascender hasta la cúspide con descansos intermedios cada ocho metros. La habitación que se encuentra en el ápice cuenta con cuatro ventanas con persianas metálicas desde las que se puede mirar hacia los distintos puntos cardinales. Además, sobre la parte superior, el monumento presenta un pararrayos, que, según afirman los expertos, es muy difícil de distinguir desde la base.

El Obelisco hoy

A lo largo de sus 84 años, esta construcción ha presenciado festejos multitudinarios por los distintos logros deportivos; recitales gratuitos; y se ha convertido en el punto de encuentro de las distintas tribus urbanas.

A su vez, es testigo de reclamos y manifestaciones por parte de partidos políticos y agrupaciones sociales.

Esta enorme construcción ha visto cómo las grandes hinchadas de los clubes se abrazan, lloran y cantan a sus pies cada vez que sus equipos ganan un torneo y levantan una copa. También se festejan allí los triunfos del Seleccionado Nacional.

Anécdotas

Al haberse convertido en el gran símbolo de la Ciudad, el Obelisco fue utilizado a lo largo de los años como herramienta para ayudar a transmitir todo tipo de mensajes.

Un ejemplo de esto fue cuando su superficie fue cubierta por un enorme preservativo de color rosa para concientizar sobre la prevención del VIH.

En otra ocasión, su punta “desapareció” para reaparecer posteriormente en la puerta del museo MALBA en el marco de una performance planteada en 2015 por el artista Leandro Erlich.

Mirtha Legrand contó que se convirtió en una de las afortunadas niñas que pudo asistir a su inauguración el 23 de marzo de 1936. «Sí, yo estuve. Sabés que le cuento esta historia a mi hija y ella no me cree», reconoció con humor la conductora durante una entrevista con Santiago del Moro. Sin filtros, él le respondió: «¡Sos la prehistoria viviente!».

Otro de los detalles que oculta esta construcción es un soneto de Baldomero Fernández Moreno. El texto está ubicado en el frente sur dentro de una pequeña placa rectangular. «¿Dónde tenía la ciudad guardada esta espada de plata refulgente, desenvainada repentinamente y a los cielos asestada?», puede leerse en la primera frase.​

¿Qué hacer cerca del Obelisco?

  • Bautizada como “la calle que nunca duerme”, sobre Corrientes se ubican algunos de los teatros más relevantes de la escena nacional.
  • A la salida de los espectáculos, no pueden faltar las clásicas porciones de pizza en Guerrín, Banchero o Los Inmortales.
  • Pueden visitar las librerías de la avenida Corrientes (entre Callao y 9 de julio) y perderse entre los cientos de estantes con publicaciones que esconden promociones y joyitas difíciles de conseguir.
  • Al transitar por estas veredas, la cafetería El Gato Negro resulta uno de los sitios infaltables para hacer una parada debido a su interesante historia y a su gran variedad de tés para la merienda. También la heladería Cadore, famosa por sus deliciosos helados artesanales.
  • Caminando por esta avenida hacia el bajo, se puede llegar a Puerto Madero, zona que ofrece una gran variedad de restaurantes con vista al río.
  • Al acercarse a Corrientes y Leandro N. Alem, nos topamos con el CCK (Centro Cultural Kirchner), donde durante todo el año proponen una agenda de exhibiciones, recitales y talleres gratuitos.

Finalmente, es relevante destacar que la avenida 9 de julio es el eje central del Metrobus, por lo que, desde allí, parten colectivos que podrán trasladarte hacia muchos puntos de la Ciudad.

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Maria Eugenia Mastropablo
Maria Eugenia Mastropablo
Periodista y amante del arte. En búsqueda de todos aquellos sitios de la Ciudad que vale la pena conocer.
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