¿Cuáles son algunas de las leyendas urbanas argentinas llenas de misterio? Estas son algunas de las historias de terror en Buenos Aires dignas de una novela de suspenso.
A diferencia de lo que sucede en las películas y series, en donde las historias de terror se cuentan alrededor de un fogón, en las grandes urbes, como la Ciudad de Buenos Aires, estos escalofriantes cuentos pasan de boca en boca y de generación en generación.
En su libro “Buenos Aires Misteriosa”, el periodista Diego M. Zigiotto comenta que estas leyendas urbanas tienen su origen a principios del siglo XIX, cuando las sociedades modernas comenzaron a desarrollarse a raíz de la Revolución Industrial. “El incremento de la población, los nuevos medios de transporte y las grandes construcciones convirtieron a las ciudades en escenarios propicios para el misterio». No es casualidad, entonces, que la mayoría de las leyendas argentinas urbanas que contaremos, hayan comenzado después de esa época.
Los fantasmas del teatro Maipo
Como casi todos los teatros relevantes del mundo, el Maipo (Esmeralda 443) tiene a su fantasma de cabecera. De hecho, en este caso, no sólo existe uno sino que, en realidad, son dos. El primero de ellos se suicidó ahorcándose en un camarín mientras que el segundo falleció durante un incendio que se produjo en el lugar en 1890.
Con más historia dentro del teatro, este segundo hombre es, según cuentan los trabajadores, quien se manifiesta con mayor frecuencia. Su nombre era Ambrosio Radrizzani y se desempeñaba como actor, bailarín y compositor de tango.
Acostumbrada a convivir con estas presencias, la actriz Norma Aleandro contó a un diario: “Este teatro tiene muy buenos fantasmas. Tiene dos. Uno pobre se ahorcó y el otro murió quemado en un camarín. A Radrizzani yo le tengo cariño, como siempre soy la primera en llegar me preparo, pongo música, lo que sea. Yo siento que en los camarines no estoy sola”.
El espeluznante caso de Rufina Cambaceres
Una de las historias de terror en Buenos Aires más escalofriantes es la de Rufina Cambaceres, hija del escritor Eugenio Cambaceres y de la cantante italiana Luisa Bacicchi, quien falleció el día de su cumpleaños número 19.
Según cuenta la leyenda, debido al gran dolor que sentía, su madre decidió no realizar un velatorio y solicitó que el cuerpo de su hija fuera trasladado directamente al Cementerio de la Recoleta. Fue en ese preciso momento cuando la pesadilla comenzó ya que, hasta ese día, nadie sabía que la joven padecía catalepsia.
Pasada la noche del entierro, uno de los cuidadores del Cementerio descubrió que el cajón de Rufina estaba torcido. El hombre se acercó y, al quitar la tapa, descubrió que la madera estaba arañada desde adentro, como si ella hubiera intentado abrirlo.
Por su parte, existe otra versión aún más espeluznante que sostiene que Cambaceres habría logrado abrir el féretro pero que, al darse cuenta de todo lo que había sucedido, le habría dado un ataque al corazón. Esto le ocasionó su “segunda” muerte.
La extraña pintura del Museo Isaac Fernández Blanco
Especializado en arte Hispanoamericano, el Museo Isaac Fernández Blanco fue la residencia de la familia Noel, grandes coleccionistas de arte. En 1936, vendieron la casa a a la Municipalidad junto a su gran colección y hacia 1943, sus obras se juntaron con las del filántropo Isaac Fernández Blanco dando lugar a la colección que se encuentra actualmente en el museo.
Décadas después, de forma inexplicable, los trabajadores del museo comenzaron a comentar que habían visto extrañas sombras que se movían por la institución y que escuchaban sonidos de los que nadie podía explicar su origen. Así fue como, cansados de estar atemorizados, durante los años ochenta, convocaron a una parapsicóloga para que les explicara qué era lo que sucedía.
Ella contó que, al parecer, el maleficio del museo estaría vinculado con una pintura, la más antigua de la colección. La misma lleva el nombre de Santa Magdalena penitente y fue realizada en 1623 por el pintor Antonio Bermejo. Según la explicación de la especialista, la pintura expuesta se trataría en realidad de una falsificación y sería el espíritu del propio Bermejo quien se hacía presente en el Museo para “denunciar” esta situación.
A pesar de la intrigante leyenda, los museólogos confirman que la Santa Magdalena penitente sí fue pintada por Bermejo, uno de los artistas más reconocidos del Virreinato del Perú.
Cosas extrañas que pasan en el subte
Lo que sucede en el subte es un secreto a voces, sobre todo para aquellas personas que llegaron a conocer los antiguos vagones revestidos en madera de la antigua línea A y vivieron sus apagones de luz.
El recorrido de esta línea presenta uno de los misterios más grandes: Pasco y Alberti, sus dos “medias” estaciones fantasma. ¿Cómo es esto? Si una persona viaja desde San Pedrito hacia Plaza de Mayo sólo podrá bajarse en Pasco (entre Plaza Miserere y Congreso). Pero si el usuario quiere hacer el camino inverso, tendrá que bajar en Alberti (entre Congreso y Plaza Miserere).
La leyenda cuenta que en esas “medias” estaciones, a las que sólo pueden acceder los trabajadores del subte, viven los fantasmas de dos obreros que fallecieron durante la construcción de esta línea, la primera del hemisferio sur. Ellos eran italianos, y más de una persona afirma haberlos visto verlos sentados en los bancos de la estación, con su ropa de trabajo, esperando quizás que los vagones vuelvan a circular para poder tomarlos.
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