Si son de los que disfrutan ir a distintos lugares diferentes a la hora del brunch que sean ricos y coquetos, pero que no estén en pleno Palermo, ¡La Catalina es lo que buscan!
Se adapta a sus gustos y el servicio es de corrido desde la mañana hasta la medianoche.
Por dentro, la decoración es muy cuidada y juegan un papel protagónico los colores vivos y en tonos pastel, de impronta femenina. Además de las mesas clásicas, algunos espacios están diseñados para pasar un momento más distendido: con sillones, pufs, bancos y sofás en primera plana.
Si bien el lugar es grande, los fines de semana suele estar bastante lleno. Les recomendamos dirigirse a la terraza del primer piso, agradable y más íntimo.
Como cualquier buen amante de ricas tentaciones a la hora de la merienda, tomar el té en La Catalina es sinónimo de placer total, con su enorme lista de cosas dulces para elegir: muffins, tartas, tortas, pastelería, masas. ¡Para todos los gustos! Y si hablamos de lo salado, encontrarán picadas, bruschettas, sándwiches y platos un poco más alejados de la cocina tradicional argentina.
El servicio es un poco lento y la relación precio-calidad no es la mejor. Aunque apreciamos su ambiente agradable y cálido, es cierto que hay que pensarlo bien para ir hasta Mataderos sólo por este lugar. Mejor armen un paseo que incluya la Feria de Mataderos y Naón, la calle más canchera del barrio.
La Catalina Bar
Av. Emilio Castro 7502 – Mataderos