Sál Buenos Aires, un restaurante en Palermo dónde apreciar nuevos aromas y acercarse a la cocina nórdica.
Entre los aspectos distintivos de Buenos Aires está su gran variedad de cocinas. La capital porteña permite acercarse a platos de todo el mundo, tanto en propuestas más tradicionales como a través de fusiones.
Uno de los lugares que permiten experimentar esta variedad es Sál, restaurante que utiliza productos locales argentinos para crear platos inspirados en la cocina nórdica. Ubicado en Palermo, invita a una experiencia que se destaca por sus aromas, todos muy íntimos e intensos.
Cómo es estar en Sál
En Sál, restaurante de inspiración nórdica dirigido por el chef Nicolás Díaz Martini, los aromas aparecen en el momento exacto en que el plato toca la superficie de la mesa. Una sutil mezcla de tierra húmeda, trufa, ahumados, hojas secas, ajo fermentado, hinojo y enebro, en una íntima relación que sólo se puede experimentar entre el comensal y su plato.
El ambiente construye la atmósfera ideal para sumergirse en esa relación. La estética mezcla el diseño nórdico con la arquitectura francesa del caserón que ocupa, con una selección cuidada de libros y piezas de arte.
Pocas mesas, distribuidas en salas separadas, garantizan la tranquilidad necesaria para detenerse en los nuevos sabores y aromas que se avecinan.
Fusión de cocina nórdica y argentina
Sál busca fusionar la cocina nórdica con los productos locales argentinos y una pizca de influencias asiáticas.
Como entrada, se destacan las opciones de smørrebrød, que son como tapas para comer con las manos, tostaditas de pan estilo danés que sirven de base a ingredientes y preparaciones. Hay varios para probar, pero lo mejor es empezar con el “3 + 3 (recordando al viejo Ølsen)”: tres smørrebrød, maridados con tres vodkas (de remolacha, de manzana y aquavit). Para arrancar la cena, también hay opciones de tartar (cordero o calamar), gravlax y trucha.
En principales, se destacan las carnes. Siempre jugosas, sin excepción. El lomo de cordero estuvo fenomenal. Con ajo negro, hinojos confitados, avellanas y demiglacé de frambuesa.
Si no te va la carne jugosa, es mejor pedir uno de los platos de pescado o risotto. La trucha ahumada con puré dulce de arvejas en fondo de cordero, con setas encurtidas y pan de anchoa contenía una combinación singular entre aromas, sabores y texturas, donde en cada bocado se sentía la mezcla de carne, pescado y bosque.
Y también hay opciones vegetarianas, como la coliflor con manzana ahumada, hummus de naranja y miel de tomates.
La recomendación sería maridar todos los platos con vodka, pero no tenemos hígados nórdicos. Como tip, guárdense un poco de los vodkas del smørrebrød 3+3 para ver cómo quedan con los platos, y pidan un vino para acompañar. Algo con mayor cuerpo e intensidad, para que no quede cubierto por el plato.
Una reflexión sobre los aromas
Soy de una ciudad dónde los aromas están siempre al acecho. Mar por todo el lado, en la comida, en la ropa, en el aire.
Ya en Argentina, los aromas son más discretos, casi sincrónicos. Hay que acercarse a la parrilla y esperar ese momento exacto en que la grasa cae sobre las brasas, cruzar la puerta del café al mismo tiempo que sale la tanda de medialunas, aspirar los vapores de la empanada recién mordida, de la pasta, de los guisos.
Pero Sál propone otra experiencia. Más íntima, dónde los aromas, aunque intensos, establecen una relación casi privada entre comensal y plato. No solo sus platos son riquísimos, como toda la propuesta, ambiente y cocina, permiten vivir algo nuevo y reflexionar sobre cómo las distintas culturas se presentan a partir de su gastronomía.
Sál Restaurante Nórdico
Thames 2450 – Palermo (abrir en Google Maps)
Reservas: https://sal.meitre.com/