Tomarse un taxi en Buenos Aires, una aventura en amarillo y negro

Como se habrán dado cuenta, Buenos Aires es una metrópolis gigantesca. Si los transportes públicos (colectivos y subtes) llegan prácticamente a las más recónditas esquinas de la capital y del Gran Buenos Aires, pueden revelarse como el caos mismo. Si algún día llegan a estar apurados, sin ganas de bancarse un bondi lleno en una hora pico o si la noche y la fiesta del finde fueron demasiado para ustedes, ¡tómense un taxi!

  • En Buenos Aires los taxis son negro y amarillo, lo que permite ubicarlos de lejos. Además están por todas partes, es raro que uno tenga que esperar más de cinco minutos, aunque sea un sábado a las tres de la mañana.
  • El taxi libre tiene una lucecita roja prendida en el parabrisas arriba a la izquierda, que dice «libre». Levante la mano para llamarlo, el coche se va a acercar. No se asusten por la manera un tanto salvaje de manejar, es normal…
  • Los «radio taxi» tienen el cartel luminoso en el techo del coche. Tienen ciertas ventajas: por un lado se lo puede llamar por teléfono para que los pase a buscar por un lugar determinado y por otro lado resultan ser más confiables que los taxis comunes, sobretodo si se tiene la cara o el acento de alguien que se acaba de bajar del avión. Como un poco en todas partes, el turista y el extranjero no son más que billeteras ambulantes, sobretodo si se viene de un país con euros o dólares, entonces nunca falta el chófer que los va a pasear por los cien barrios porteños antes de llevarlos adonde realmente querían ir. Los radio taxis están controlados por su empresa y hay menos chances de que se vean en esa situación.
  • Pequeño detalle a la hora de pagar, antes de entregar el billete al chófer, asegúrense de que éste no sea uno falso. Puede resultar un poco inverosímil pero teniendo en cuenta la cantidad de billetes falsos que circulan, no es raro que pueda presentarse esta situación. Al final del viaje, cuando el chófer prenda su luz para cobrar, asegúrense de mirar a trasluz la marca de agua (debe verse la cara del prócer en cuestión) y el hilo de seguridad a un costado del billete.
  • Los remises son como compañías de taxis privados que se piden por teléfono. Los coches no tienen un color particular y el precio del recorrido está establecido de antemano.
  • En Buenos Aires también son ampliamente usados las aplicaciones para pedir autos privados: Uber, Cabify y DiDi.
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