Olviden todo lo que saben del pan, porque lo que van a probar en Salvaje va a cuestionar toda una vida de sabor industrial y textura impersonal.
En Salvaje se trabaja con masa madre y los panes son fermentados por largo tiempo, en un entorno lleno de “humildad, paciencia y buena energía”, según nos cuenta Germán. Definitivamente, el cariño del proceso resiste en la mezcla como si fuera un ingrediente más, y se puede sentir en el sabor final.
No debe ser fácil hacer una campaña de buen pan en un momento en que la harina está tan satanizada. Igual hay que decir que se siente un poco diferente comer un pan común que un pan “salvaje”. No es pesado, más bien te infla el ánimo y no la panza. “El pan es sinónimo de vida, creo yo. Es la mejor terapia que existe. El olor a pan es mejor que cualquier sahumerio, genera armonía”, nos dice Germán, cuya larga trayectoria empezó en el piso de la cocina de su abuela, jugando con la masa que ella le daba.
Tienen opciones como sarraceno, ciabatta, brioche con algarroba, focaccia, centeno e integral con lino. Si quieren aventurarse con otras cosas de su menú, nosotros les decimos que ni lo piensen dos veces para pedir el alfajor de centeno, dulce de leche y mantequilla de maní; o el roll de chocolate con un buen café. El local es pequeño y neoyorkino con una ambientación canchera que va desde frases de Kurt Cobain hasta souvenirs de películas.
¡Ideal para una merienda después de visitar el Mercado de las Pulgas!
Salvaje Bakery
Av. Dorrego 1829 – Colegiales
De martes a domingo, de 10h a 21h
Tel: 2086-6943
Precios: $ $