El sueño de una pareja de actores, la participación del Rey de España, deudas, época dorada, incendio, cierre, dictadura, independencia… Detrás del espeso telón rojo del Teatro Cervantes se esconde una historia a imagen y semejanza de Argentina: agitada, cosmopolita, con momentos de gloria y decadencia.
Para comprender la medida de todo esto, sólo basta con ver el edificio. Tres salas de espectáculos – la más grande con capacidad para 860 espectadores-, palcos, filas de asientos, laberinto de camerinos, locales técnicos, escaleras minúsculas o enormes. Todo rodeado de lujosa arquitectura: colores oro y rojo, tapices, alfombras, azulejos con motivos variados…
El Teatro Cervantes es el resultado del sueño de la actriz española María Guerrero y su marido Fernando Díaz de Mendoza. Llegaron a Buenos Aires en 1897 y en 1918 anunciaron su proyecto de construir aquí un gran teatro. El problema es que la pareja tenía muchas ganas pero poco dinero, así que apostaron a inversiones desde su país natal. Lograron convencer al mismísimo Rey de España Alfonso XIII afirmando que su proyecto fortalecería la grandeza de España en Argentina. Éste se vio tan embalado que puso a todo el país a colaborar: todos los barcos que partían a América debían transportar materiales para el teatro. Cada ciudad proveyó su especialidad: cerámicas de Valencia, pintura de Barcelona, tapices y cortinas de Madrid…
El teatro se inauguró en 1921 y se nacionalizó en 1933 –su período de gloria. Porque el director de aquella época, Antonio Cunill Cabanellas, supo rodearse de los mejores actores, escenógrafos, técnicos… Se creó un trabajo de equipo con todos los oficios, inclusive con los jóvenes autores argentinos. Así fue que transformó este teatro en un lugar no solo de representación sino también de creación y experimentación nacional: Así nació el espíritu del Teatro Nacional Cervantes.
Luego, la historia del teatro siguió el curso de las políticas y los dramas. Un gran incendio lo destruyó parcialmente en 1961, pero pese a todo, sobrevivió a los distintos regímenes políticos. Y actualmente se le ha declarado Monumento Histórico Nacional.
Después de casi 100 años de historia, el Teatro Cervantes cambió bastante, pero permanece fiel a las orientaciones definidas a principio del siglo: se privilegia la enseñanza, las experimentaciones, las obras ambiciosas e innovadoras. Les recomendamos especialmente las visitas guiadas, muy originales: la visita se hace no sólo bajo la dirección de un guía, sino también con artistas que van interpretando momentos de la historia en vivo…
¿Y después qué sigue? Si son fanáticos del teatro y la ópera, no dejen de visitar el Teatro Colón, muy cerquita de allí, que no tiene nada que envidiarle a su vecino. Y si les dio hambre, corran al otro clásico de la ciudad: ¡Güerrin, el templo porteño de la pizza!
Teatro Nacional Cervantes
Libertad 815 – Microcentro
Tel: 4816 4224
Boletería abierta de miércoles a domingo de 10h a 22h