Hija de Dios, vivir a la sombra de D10S

ESTA OBRA NO ESTA EN CARTELERA ACTUALMENTE

Hija de Dios es una experiencia teatral muy particular, el relato en primera persona de Dalma Maradona, “la hija de”. Relato de una construcción personal a través de la deconstrucción de la imagen del padre: ¿Cómo es ser la hija de Diego Armando Maradona, mito universal e ídolo indiscutido?

Presentado como “teatro documental”, Hija de Dios tiene en realidad como un aire de reunión entre amigos, el tiempo de las confidencias, donde una joven conmovedora y graciosa nos cuenta su infancia, su familia, su recorrido. Una historia que pensábamos conocer, pero en realidad no.

El espectáculo es también la historia de un encuentro con una legenda nacional, con una pasión popular. Escucharla a Dalma contarnos acerca de su padre, de su madre, de las victorias y las derrotas y sentir de manera patente las reacciones del público es también entrar de lleno en el relato que se construyó este país, vivirlo físicamente, durante una hora; entender de repente, como si fuera una evidencia, la noción de “argentinidad”. En época de mundial, cuando los balcones, las vidrieras, los autos se cubren de celeste y blanco, este espectáculo se revela como una verdadera radiografía del fervor argentino.

Lo más sorprendente en el relato de Dalma es quizás el sentimiento de estar frente a una familia tan “típicamente” argentina. Más allá del éxito, del mito, de la celebridad, Dalma logra darnos la impresión de estar frente a una amiga de toda la vida que nos muestra su álbum de recuerdos y nos abre su corazón. Generoso, gracioso, un tanto largo por momentos, pero siempre conmovedor, el teatro acá es un acto puramente catártico, un paso necesario para la joven actriz para encarnar mejor otros personajes, ficticios esta vez.

Hija de Dios es un testimonio para ver y  escuchar, sean fanáticos de Maradona y del fútbol, apasionados por la Argentina o amantes de los relatos íntimos. Para seguir con el ambiente popular porteño, a la salida vayan a comer una buena pizza en Güerrín o una jugosa empanada en La Americana.