Debatiendo sobre la mala onda de los porteños.
Entre los mitos y verdades que rodean al porteño, esta es la más persistente. En esta nota vamos a adentrarnos en ese típico personaje que habita las calles de la capital argentina para poder cuestionar lo que dicen de él.
¿Quién es el porteño y por qué se cree que es mala onda?
Argentina está dividida en diversas culturas y cada una depende de su región. Aunque todas sean conocidas, la cultura que rodea a Buenos Aires es la que más pasa en el boca a boca de los argentinos y del resto del mundo. ¿Qué es un “porteño”? ¿Cuál es su definición exacta?
Según el Diccionario de la Real Academia Española, “porteño/ña” es aquel que nació en Buenos Aires, capital de Argentina. Hubo un tiempo en el que la Ciudad de Buenos Aires era la única en tener puerto, por lo que los que vivían allí eran llamados de esa manera. En la actualidad, quedó ese gentilicio y se agrega uno más: “bonaerense”, que son aquellos que nacen o viven en la provincia de Buenos Aires, del otro lado de la Avenida General Paz.
Aunque sean dos términos bien distintos, muchas personas (tanto argentinas como no) suelen confundir e incluso mostrarse reacias a aprender su diferencia. De todas formas, los bonaerenses sí marcan esa diferencia con los porteños ante el gran mito que le rodea a este último. ¿Son mala onda o no?
¿De qué hablamos cuando decimos «mala onda»?
Estas son algunos adjetivos que les adjudican a los porteños y que podemos desmentir:
- ¿Quién dice que son malhablados? El dialecto rioplatense es peculiar y, acompañado por el lunfardo y hasta por extranjerismos tiene un vocabulario que no suele ser fácil de entender. Lo bueno es que, si le preguntan a uno de ellos qué significa lo que está diciendo, no va a tener problema en explicarlo con detalle.
- ¿Son creídos? Ellos viven en la capital del país, en el centro, y están rodeados de los edificios más importantes (el Congreso, la Casa Rosada, el Palacio de Tribunales) y de los lugares más famosos (el Teatro Colón, Caminito, Puerto Madero), pero eso no significa que también se crean el centro del mundo. Se sienten tan argentinos como los demás, ni más ni menos. Eso sí, nunca le preguntes sobre su equipo de fútbol. Ahí sí, se pueden poner más picantes.
- ¿Son maleducados? El “buen día”, “gracias”, “por favor” están inculcados en la mayoría de los porteños. Si entran, por ejemplo, a una panadería, saludarán a la panadera y hasta le preguntarán, si hay más confianza, por su familia. Si se suben al colectivo, nunca está de más un “buenas tardes” y un “gracias” luego de pagar el boleto. Tampoco esperen que el chófer les conteste. Eso sí, si en el tren ven a una mujer embarazada, no dudarán un segundo en darle el asiento. ¿Han visto alguna vez a un conductor quedarse parado en medio de la calle? Más de un porteño se acercaría a ayudar a empujar el auto.
- Y entonces finalmente ¿Son mala onda? Para nada. Los argentinos son serviciales en general y los porteños no son una excepción. Desde ayudar al otro con una dirección hasta organizar una colecta para alguien que lo necesite, ninguno va a dudar en aportar su granito de arena.
El porteño es mala onda : ¿mito o verdad?
Personas mala onda, malhabladas, maleducadas y creídas… De eso hay en todos lados, pero eso no quiere decir que todos los porteños lo sean. Hay muchísima gente en la Ciudad de Buenos Aires (hasta bonaerenses o de otras provincias, o incluso de otros países) y haber tenido una mala experiencia con uno en dicho lugar no significa que todos sean mala onda.
Muchísimos porteños son copados, serviciales, solidarios.. Viven en una bellísima ciudad, llena de lujos, de verde, de edificios altísimos… Son porteños orgullosos de residir en la capital del país y no por eso tratarán de mala manera a aquel que no lo es. Después de todo, “porteño” es solo un adjetivo. Todos son argentinos, todos son latinoamericanos y, si no lo son, serán bienvenidos igual a su ciudad.
Ser de un lugar no los define y no los encasilla en una forma de pensar, sentir y actuar. Justamente los porteños celebran constantemente la libertad, el amor y la paz, por lo que en ellos nunca van a ver un gramo de maldad o de egoísmo. Ellos saben que son mejores junto al otro, porque complementarse es de las formas más excepcionales para una vida extraordinaria.
