Los colectivos, pequeños consejos para tomárselos con calma

¿Recién llegados a Buenos Aires? Sepan que el colectivo es el mejor medio de transporte aunque por otro lado, también es el peor… Sea como fuere, se vuelve indispensable a la hora de moverse en la ciudad.

Con más de cien líneas de “bondis”, siempre van a encontrar una o dos que los acerquen a su destino. Los hay de todos los colores y procedencias pero todos se manejan como si fueran los dueños de la calle, yendo “a las chapas” y dejando una hermosa nube negra de monóxido de carbono detrás de ellos.

Para sobrevivir a su primera experiencia en un colectivo, les acercamos unos pequeños consejos.

Nº1: SUBE sí o sí

Los colectivos y el subte se pagan de una única manera: con la tarjeta SUBE (se consigue en las oficinas de correo y se recarga en los kioskos), ni se les ocurra subirse al bondi y ofrecerle un billete al colectivero.

Nº2: Internet es tu amigo

Consulten la página del Mapa Interactivo para ubicarse. Poniendo el origen y la destinación de su recorrido, les va a indicar todos los colectivos que pueden tomarse, dónde subirse y dónde bajarse. Una página para hacer uso y abuso.

Además le pueden pedir al chófer que les indique la parada donde bajarse del colectivo.

Nº3: Encontrar la parada

A veces es difícil encontrar la parada en la calle (el cartel no está o quizás nunca estuvo…), acérquense a un kiosko a preguntar.

Nº4: Hacer la cola

El primero de la fila es el primero en subirse. Aunque la prioridad siempre la tienen los ancianos, personas con capacidades especiales, embarazadas o niños. Por suerte, se suele respetar.

Si ven una cola kilométrica, no se asusten, muchas veces una parada sirve para varias líneas.

Si es el último en subirse, agárrense bien del pasamano porque al grito de “¿Listo?” el colectivo arranca antes de cerrar la puerta. El único credo de esta estirpe es la velocidad.

Nº5: Parar el colectivo

Cuando ven que aparece su colectivo, levanten el brazo para pedir que se detenga. No duden en exagerar sus gestos, levantar los dos brazos y agitarlos, señales de humo y otras manifestaciones extravagantes, a veces el colectivero ni se digna en detenerse. Resulta medio frustrante pero uno se termina resignando a que tarde o temprano va a llegar otro.

¡Perfecto! ¡Están listos para sobrevivir al transporte público automotor porteño!

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