7 paradas para probar platos clásicos porteños

El nombre original era Ciudad de la Trinidad y el puerto era Santa María de los Buenos Ayres, pero en 1884 el gentilicio “porteño” ya estaba registrado para la Real Academia Española y es probable que se empleara desde mucho antes.

Nuestra ciudad de Buenos Aires ha atravesado intendencias, crisis, florecimientos, inmigraciones y más de 438 años de vida. Pese a todo sus clásicos gastronómicos se mantienen vigentes – tradicionales o modernizados – y eternos. Los hay históricos y hasta servidos en los mismos platos de hace 100 años, con una receta secreta e imbatible.

Pasen y vean los clásicos porteños que ni locales ni turistas pueden perderse.

Milanesa en El Imparcial

El Imparcial es el restaurante más antiguo de la ciudad de Buenos Aires y es muy difícil superar ese dato. Desde 1860 sirven cocina española combinada con gastronomía local. Su milanesa de lomo, ternera, a la napolitana o pollo con crema de choclo ocupa los primeros puestos de casi cualquier ránking. Por ese motivo la incluimos en este compilado y porque ¿quién podría negarse a probar la más legendaria de la ciudad?

Empanadas en Club del Progreso

Pocas cosas más porteñas que clubes de caballeros con una dimensión social y gastronómica. El Club del Progreso, fundado en 1852, podría competir con El Imparcial en antigüedad, pero antes que restaurant es centro social y deportivo. De hecho, es el gentlemen club más antiguo de Sudamérica y la casa perteneció originalmente a la histórica familia Duhau. Vamos a lo importante: todos los mediodías ofrece menúes ejecutivos a precios razonables. Entre ellos, empanadas al horno o fritas a precios módicos. También tiene delivery.

Revuelto Gramajo en El Obrero

Para probar este clásico hay que trasladarse hasta La Boca, barrio histórico y mítico que bien vale más de una visita. El Obrero es uno de los bodegones más entrañables de la ciudad y su revuelto gramajo es famoso y bien puesto. La receta original lleva huevos frescos batidos y fritos, papas paille, jamón, pimienta y sal (y en algunos casos, arvejas). Garantía de “porteñidad”.

Tortilla de papas en El Globo

¿Qué estabas haciendo en el año 1908? Es probable que no hubieras nacido aún. El mismo año de la inauguración del Teatro Colón también nacía el restaurant El Globo (cuyo nombre tiene una historia que merece un artículo aparte). Aquí no hay platos snob ni porciones cuidadas. La tortilla tiene tamaño generoso, se sirve babé como corresponde e incluye pedazos de chorizo colorado que pueden atragantar al más temerario.

Vino en pingüino en Pulpería Quilapán

La jarra con forma de pingüino tuvo su popularidad en la mesa argentina en la época del vino de mesa para maridar la cena familiar. Tal vez por su pertenencia antártica fue el ave elegida para que su pico sirviera tinto o blanco a borbotones. En algunas mesas tradicionales sobrevive y en Pulpería Quilapán de San Telmo también. Acompañan al querible “pingüinito” empanadas, sandwiches y hasta carbonadas.

Flan mixto en El Ferroviario

Visitar El Ferroviario en Liniers sólo por el flan sería un pecado, pero confiamos en que una vez ahí encontrarán más razones para quedarse (y volver). Todas las porciones de este bodegón son abundantes y memorables, y es casi imposible darse una vuelta sin reserva. El consejo es planificar una visita que aproveche todo el despliegue de su parrilla, inmensas empanadas de carne, vinos a buen precio y, por supuesto, el increíble flan con al menos doce huevos, dulce de leche y crema.

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Victoria Bembibre
Comunicadora, especialista en redes sociales e inquieta seguidora de la cultura local a través de los platos, los tragos, los bares clásicos y los refugios secretos.
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