Los griegos le decían Hermes, los romanos Mercurio, y los contemporáneos les decimos rappitenderos (o sus múltiples versiones).
Desde tiempos inmemoriales a los humanos nos obsesiona la mensajería: el rol del heraldo era clave para transmitir mensajes de un territorio a otro cuando no existía la Imprenta. Y ahora que tenemos Internet y que podemos copiar y pegar mensajes (o nudes ;)) los mensajeros son igual de importantes, sólo que hoy llevan platos de comida, ropa, golosinas, compras del super, bebidas alcohólicas y prácticamente todo lo que se nos ocurra.
En tiempos de cuarentena su existencia (y su eficiencia) es todavía más esencial. Hasta The New Yorker les dedicó una tapa.
El problema con las opciones actuales
A muchos nos preocupan los riesgos de contagio a los que se exponen llevando y trayendo paquetes varias decenas de veces por día. Aunque eso no evita que muchos de ellos necesiten trabajar a diario para llevar alimento a casa.
Se sabe que la mayoría de las aplicaciones de mensajería los contratan en condiciones que distan de ideales: sueldos bajos, poca o nula cobertura de salud, inexistentes seguros de riesgos del trabajo o aportes sociales, altísima presión para llevar más pedidos en menos tiempo, incluso bajo la lluvia.
Por eso, alienta saber que han comenzado a nacer servicios de mensajería autogestionada, que no se rigen por la palanca capitalista que ve en los trabajadores sólo un fin para un medio.
Nueva mensajería autogestionada
Algunos de estos nuevos servicios trabajan en forma de cooperativa o con una estructura más bien horizontal. Sus costos pueden ser un poco más altos que los de las apps – que, convengamos, son bastante irreales -, pero introducen en el mercado una opción más digna, una competencia necesaria para regular una industria que no para de crecer y necesita humanizarse mucho.
Estos son algunos de los servicios de mensajería autogestionada, alternativa e independiente en la ciudad de Buenos Aires y alrededores.
ACAB(A) Mensajería
Es un servicio de “bicimensajerxs autogestionados” que surge porque la cuarentena suspendió sus fuentes de ingresos. Se conocieron hace mucho en el grupo “Pedalea como una piba” y creen en la bicicleta como una herramienta empoderadora, en especial en tiempos de crisis. Tienen permiso para circular en toda CABA y algunas zonas de GBA Sur. El servicio se contrata por redes sociales y puede elegirse la opción de asignar la entrega en el transcurso de la siguiente semana (para poder agrupar pedidos en la misma zona) o en forma prioritaria con un costo un poco más alto.
Liberté Mensajería
Dios sólo atiende en Buenos Aires – dicen algunos – pero a veces se acuerda de los alrededores. Liberté Mensajería funciona en la ciudad de La Plata (capital de la Provincia de Buenos Aires) y zonas aledañas. Además del servicio de mensajería, ponen énfasis en tejer redes con otros emprendedores, haciéndoles llegar lo que necesiten o permitiendo que sus productos lleguen a destino con eficacia y buen precio.
Motomensajería Transfeminista
Su lema es «para ejercer la solidaridad en tiempos de pandemia, cuidar la salud y armar presupuestos accesibles». Se ocupan de paquetería, mandados, delivery, trámites y cobranza. Los pedidos se pueden realizar a través de un formulario online y tienen precios fijos por zona. Trabajan en CABA, Gran Buenos Aires y La Plata.
La importancia de elegir un servicio
Y se siguen sumando otros servicios y emprendimientos a medida que la cuarentena se prolonga. Medios como Anfibia han despertado el alerta sobre la situación de los trabajadores de apps de delivery – en especial inmigrantes que acceden a menos derechos y servicios básicos de por sí – en el marco de la pandemia. La mayoría de nuestros pedidos por delivery contribuyen a nuestro bienestar en la cuarentena. Pero para ellos trabajar es tanto un riesgo de salud como menester para la supervivencia económica.
Que existan servicios alternativos y autogestionados es aliviador de cara a un futuro en donde las apps de delivery continuarán siendo de alto uso cotidiano, pero es preciso que se regulen y mejoren las prácticas y políticas de contratación.
La elección de cómo queremos que llegue a casa lo que deseamos o necesitamos es nuestra: si optamos por comprarle a emprendimientos con delivery propio, si queremos fortalecer la economía familiar de los trabajadores precarizados – aunque eso signifique en algún punto validar el funcionamiento actual de las apps -, o si preferiremos servicios de mensajería autogestionada, más costosos, más justos y (ojalá) sana competencia para todo el mercado.
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